El ensayo en Octavio Paz: Poeta con vocación crítica 4
Por: Alejandro Aldana Sellschopp.
Para: Luz y Emiliano
Muchos fueron los temas
abordados por Paz en sus ensayos, estudios críticos a escritores de
diversas posturas estéticas y políticas como: Rousseau, Sade,
Breton, Marx, Sartre, Baudelaire, etcétera, así como: el tiempo
lineal, el fin de la modernidad, la vanguardia, las drogas como
crítica de la comunicación, ser ateo en Occidente, etcétera.
En los ensayos de Paz el
lector es seducido por el estilo, un lenguaje bellamente construido,
que arroba y nos pierde, los datos más que pesar se convierten en
verdaderos artilugios del mago del lenguaje, las referencias y citas
se mimetizan con el discurso en un ritmo único: “La noche de Sor
Juana no es la noche carnal de los amantes. Tampoco es la de los
místicos. Noche intelectual, altiva y fija como un ojo inmenso,
noche construida a pulso sobre el vacío, geometría rigurosa,
obelisco taciturno, todo fija tensión hacia los cielos”
(Paz,1983:40), sirva de ejemplo este bellísimo pasaje.
Heriberto Yépez ha
comentado: “Para ocultar sus remakes,
variantes, robos y préstamos, Paz contaba con un aparato retórico
–reconocible y frecuentemente imitado- en el que las ideas eran
adunadas poéticamente hasta que lograba apropiárselas vía arrobos
y tropos”. En los ensayos de Paz siempre queda un vacío, casi
nunca es concluyente. Su discurso es un conocimiento que tiene dudas
y no teme expresarlas, por el contrario, hace de la duda una
metodología, un recurso. “Hay que dejar caer una gota de duda en
lo que se dice, la sombra de la incertidumbre debe acompañar a
nuestras afirmaciones” (Paz,2003:34).
Paz entiende al ensayo
en su concepción moderna, como algo vital, habla de cosas existentes
y ya discutidas; sin embargo, nos lo presenta desde ángulos
inesperados, mediante una conciencia crítica, y por ello incómoda,
no se casa fácilmente con lo canonizado, busca eliminar la máscara
para encontrar el rostro, aún cuando máscara y rostro puedan ser lo
mismo. Paz critica desde su subjetividad, su personalidad se apodera
del discurso, se olvida de la objetividad, opina, juzga
apasionadamente, se repite y se contradice, pugna por la pasión
reflexiva, por la libertad informada, la intuición poética, en
franca lucha contra cualquier postura pretendidamente científica.
Paz ilumina con sus posturas estéticas, políticas, históricas,
devela un rostro del problema estudiado, que probablemente ni nos
imaginábamos, esto provoca vacío, desasosiego, inquietud, muchos de
sus ensayos nos dejan con las mismas sensaciones de cuando leemos un
poema, la resonancia de emociones es la misma, en más de una ocasión
incluso nos molesta, nos provoca, rompe con nuestro confort, dice lo
que no queremos que se diga, nuevamente nos quita las máscaras y nos
aterramos al ver nuestro rostro, su discurso es un espejo humeante.