martes, 18 de diciembre de 2007

La Tradición


Por: Antonio Ramos.

Sale hoy una nota el periódico de El Universal donde se dice lo obvio: los libros escritos por artistas de televisión, sexólogas y payasos tenebrosos vende más que los libros de Pitol, Enrigue y Ana Clavel. A mí me parece bien que vendan todo lo que vende Gaby Vargas y el Yordi Rosado. Pero parece como si, veladamente, los escritores pensaran que sólo ellos pueden escribir y hacer literatura, que sólo de ellos es el reino del lenguaje y el resto de las palabras son basura, tiradas a la basura, en la basura. ¿Quién les dijo que las palabras sólo se usan para hacer literatura, que sólo arte debe salir de la enunciación de sujeto + verbo + predicado? Cada quien a su nicho. Ni Anabel Ochoa pasará a la historia como novelista, ni Yordi Rosado como (lo que sea que intente hacer con sus libros, salvo hacer dinero). Pero Pitol, Enrigue y Ana Clavel, bueno, ellos ya desde hace rato se ganaron su espacio en el diccionario de los narradores mexicanos, en la tradición de la literatura mexicana, algo que ni los miles de pesos que se echa El Brozo u Ochoa lograrán en un buen tiempo.
A la parte de esto... entonces, llego a otra pregunta: ¿de cuando acá lo que los escritores escriben debe de impactar a un gran público? Si lo hacen bien, si no lo hacen también.
Publicado por A Ramos en 9:29 AM

sábado, 8 de diciembre de 2007

La enfermedad de la rosa

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Si en algo soy ordenado es en mis lecturas. Durante los últimos meses me he dedicado a leer, entre otras cosas, biografías de Mozart, no hace mucho encontré finalmente la bellísima edición de la ya clásica biografía de Alfred Einstein, libro que parece ser el padre de todo lo que se ha escrito sobre el genio de Salzburgo. Cuando terminé tan apetitoso tomo de 600 páginas, me di un respiro de Amadeus para hurgar en la nueva novela mexicana, en la larga, muy larga fila de libros en espera estaba El Buscador de Cabezas de Antonio Ortuño, un joven novelista que conocí en Oaxaca, las revistas, artículos y escritores hablan mucho de él, la novela está publicada por Joaquín Mortíz. En fin me prepare para disfrutar de un buen texto. Cumplidos dos días terminé el libro en medio del desasosiego, la sorpresa y la tristeza. Hacia mucho, mucho tiempo que una novela no me aburría tanto, lo mal planteada, la inverosimilitud de personajes y situaciones, la ñoñería conceptual y la pírrica visión de México me dejaron sin aliento. Probablemente Ortuño ha mejorado mucho, eso espero, ya que hace una semana leí que su nueva novela fue finalista del premio Herralde.
El mal sabor de boca fue tal que estuve a punto de dejar pasar un día sin leer para digerir el trago amargo; sin embargo, me dirigí a la parte de uno de mis libreros que llamo, con todos los prejuicios y mojigaterías del mundo, “libros que jamás leeré”. Son poemarios, ensayos, novelas, tomos de cuentos y demás, que me regalan en encuentros de escritores, presentaciones, charlas, o simplemente escritores que se acercan y me regalan los libros, generalmente reviso las primeras cuartillas y si me parecen malas o medianamente malas, simplemente los envío a esa sección.
Me encontré un libro negro, pequeño, publicado por la secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Tabasco, el título: La enfermedad de la rosa. El autor: Vicente Gómez Montero. El autor era para mi casi un desconocido, lo conocí en Tabasco en un encuentro de escritores, él nos atendió los días de lecturas y discusiones, siempre fue muy amable con todos, algo se dijo que era Director de Publicaciones, ahí, en el auditorio José Gorostiza se me acercó y me regaló su libro. Confieso que ni lo revisé, directamente fue a parar a la sección de la oscuridad.
“¡Oh, rosa, estás enferma!”, reza un epígrafe de William Blake, el texto comenzó a hacer efecto. Lo hojeé parado, mientras la computadora me exigía sentarme para terminar un texto, “Los gatos y los locos tienen la misma mirada./ El óvalo que circunvoluciona la ciudad deportiva es extraño; extraño como sus actividades y sus concurrentes./ Anoche no pude dormir. Moví a Diego junto a mí, le dije: Es hora de ir a correr, ¿no vamos a ir?/ Licenciado, ¿listo para entrar al aire?”
Me senté, olvide la computadora, el café caliente en el escritorio, la música de David Gilmour sólo acompañaba desde la otra orilla, se borró la tristeza que me queda cuando termino un libro mal escrito.
La estructura de La enfermedad de la rosa es atrevida, el libro todo es un atrevimiento abierto, sin amarras, con coraje, parece un texto que se escribió jugándose todas las cartas, una apuesta al todo o nada, en ocasiones llegué a pensar que se trataba del testamento de un escritor de provincia, poco o nada conocido, sí, uno de esos amantes del arte que permanecen en la oscuridad.
Si la estructura es poco convencional, el lenguaje lo es mucho menos. Estructuralmente Vicente usa varios registros, por un lado intercala conversaciones, situaciones, acciones, pensamientos en un mismo tejido narrativo, logra un ente que avanza sin avanzar, que permea al lector desde la seducción de las palabras, un modelo para armar, rompecabezas de la poesía, imágenes que se graban desde una plasticidad excitante, el coro de voces se mezclan, intercalan, confunden con un equilibrio excelente, casi perfecto.
Otra pieza estructural es una voz poética, por lo tanto no se sitúa en el tiempo, deambula entre el pasado, presente, futuro, su temporalidad es porosa, “…entrarás y el aroma a caracoles enamorados, a pétalos marchitos, a semen derramado, te dirá que ha sucedido lo que no pudiste imaginar, lo que quisiste saber, lo que tu hijo hacía en las noches de luna llena al pasearse con ese aire de homosexual del siglo XVIII por los corredores de la gran casona, lanzando ayes de puta borguoñesa en un altiplano desmadejado de mitológicas proporciones…”
Debo decir que es esta la voz que más me gusta. Sin duda Vicente es un poeta, utiliza formas literarias muy finas, elegantes, limpias, incluso recurre a ciertos metros dentro de la línea, que se convierte verso, prosa poética, dotando de un ritmo envolvente, sugerente, casi como un murmullo que revienta en disonancias, asonancias y apoteóticas muestras de virtuosismo musical.
El autor sabe de música, está familiarizado con un amplio conocimiento sobre ópera, música clásica, los grandes músicos del mundo; su amor por Mozart se deja ver inmediatamente, es un lujo leer esos pasajes donde personajes disímbolos, antípodas de un tiempo bailan una contra danza y un minué sin estorbarse, uno termina bailando con ellos.
Vislumbro a un empedernido lector de todo, su siglo de oro español lo tiene muy bien estudiado, a Shakespeare más que digerido, Oscar Wilde es su cómplice perfecto, los guiños a su obra, su biografía son más que evidentes, quizá de ahí Víctor se nutre de la tremenda ironía con la que está escrita la novela.
La presencia de José Gorostiza es latente; pero la de Carlos Pellicer es palpable, con juegos, malabares y estocadas a su poesía. Villaurrutia, Novo, y grandes poetas universales que fueron homosexuales, acompañan a los homosexuales de la trama.
Y uno se pregunta ¿cuántos años para escribir esta novela desconocida?, ¿cuántos borradores tirados a la basura de este libro que muy pocos leerán?, ¿cuánta investigación para deslumbrarnos con el caudal de información para editar un libro en letras tan pequeñas, asfixiantes, que se quedara en un libreros de libros que jamás se leerán de la literatura pedante mexicana?
Porque Vicente es un erudito, cada línea nos remonta a libros, citas, países, humor, humor, mucho humor inteligentísimo. Uno de los mayores autores que inspiraron la novela en su confección es García Márquez, sobre todo en esta segunda pieza estructural, que considero es la más lograda, de una belleza impecable, y claro el metalenguaje es casi otra pieza de la estructura: “… Y así, un torrente maravilloso de geográficos países ignotos como Nunca-jamás o Macondo y todas las islas de Rabelais y Wonderland y Arkham y Utopía fueron descritos por la familia para ahuyentar a la Muerte Culona, quien rio de ellos, bailando una rumba rumbera, guarachera, tropicalera en traje de Ninón Sevilla…” Y es que el conocimiento es abarcador, va de lo que los pedantes o snobs llaman “ lo culto” a la cultura popular, sin más límite que lo narrado.
La siguiente pieza estructural se señala con letras minúsculas del abecedario, además de estar, innecesariamente, en cursivas. Es la voz en primerísima persona del personaje principal, que se muestra de carne y hueso, sin la máscara del lenguaje, crudo, directo, nos cuenta las circunstancias de su homosexualidad, su amor a la literatura y el odio a su padre. “… Otro día, quiso que la hiciera de payaso. Me pintó las mejillas muy raro. Cuando llegué a casa, quitándome el rubor del rostro para besar a mamá, me vio severa y rugió ¡Quítate eso de la cara! ¿O qué, eres maricón? Fue la primera vez que escuché esa palabra”.
El personaje es La Corzo, un homosexual como tantos hay en nuestro México lindo y querido. La Corzo va tomando forma y rostro a través del coro de voces, y su propia voz se une a la vorágine de historias.
El padre de La Corzo lo odia, ya que representa todo lo que él aborrece, su hijo es un rebelde, es homosexual, escritor, honesto, sin pretensiones económicas, amante del arte, anti priísta declarado. El padre aparece y desde la omnipotencia lo expulsa del “paraíso” familiar “…Está bien, haz tu vida con quien quieras, pero nunca digas que eres mi hijo, es más, te prohíbo usar mi nombre. Por eso quiso que le dijéramos La Corzo. Y él mismo se presentaba: Yo soy La Corzo, así me llaman, por mala, zanquilarga y refractaria/”.
Por supuesto que la novela se asienta en líneas arguméntales que hacen una profunda critica a la provincia mexicana, su hipocresía, el desprecio casi congénito al conocimiento, su implacable aceptación de lo simplista, superficial y vulgar, el cinismo en cada acto, el chismerío como único consuelo, chovinismo terruñal de quinta, el priísmo anquilosado, empantanado como el tiempo del sureste, mediocres hasta la enfermedad, la burguesía campesina, torpe e ignorante se retrata rayando la caricatura, los políticos y sus peleles censurando la libertad de ser, en esta categoría encontramos al padre de La Corzo, periodista chayotero, locutor vendido al señor gobernado, ante pone su propios principios, a su propio hijo lo ofrece como cordero a la zarza corrompida del PRI, y como todos estos mercenarios de pacotilla termina viejo, solo, apestado, traicionado por su partido.
La crítica a la iglesia católica es ejemplar: “…Altazor, morirás, se secará tu voz y serás invisible, hacia el infinito incuestionable, en vano buscas ojo enloquecido, pues el salto no es doloroso y la caída será leve, ¿no ves que vas cayendo ya?, que ves pasar las nubes, ves los pájaros y, de repente, las gárgolas de la catedral, ¡qué desvergüenza!, te arrojaste de espaldas a la catedral, ¡Qué horror! Limpia tu cabeza de prejuicios y moral que el cielo no te reserva espacio, el cielo no vive para ti, tú no eres del cielo, demostraste ser terrenal y ves un diablo rojo que te hurga en los ojos pues si queriendo alzarte nada has alcanzado…”
Los libros sobre los que está escrita esta novela son: José Trigo, Palinuro de México, Cien Años de Soledad, con atisbos de Pitol y Elizondo.
Para finalizar quiero hacer referencia a dos partes que considero muy importantes, la primera nos presenta al padre tal cual, es un patán, pobre diablo que no sólo odia al hijo por ser homosexual, sino que le recrimina dedicarse a las letras y aún más deja ver su envidia emponzoñada de frustración, como toda envidia, al constatar que ese hijo que persigue y niega en su programa radiofónico, es reconocido: “…Porque mi hijo ha tenido premios, esos premios lo enloquecieron, señora. Fueron los que nos separaron. A medida que ganaba uno, otro, otro, se iba alejando de mí, se iba volviendo más inteligente, más creído digo yo. Lo peor fue descubrir que era puto, ¿se imagina? Él, mi hijo, viviendo con otros muchachos, prendado de ellos, haciéndose cochinadas y desvergüenzas./”.
El siguiente párrafo me parece de una honestidad completamente desnuda, directa, el autor camina por el lado salvaje, como diría Lou Reed, autor y personaje parecen fundirse y en una breve rendija de la narración se presentan tal cual: “…Siempre he sido buen escucha de los demás, es hora de que se acabe el escucha y surja el narrador, ya debo encorar páginas, dictar líneas, escribir misivas, dejarlo todo en un punto final para que nadie más dude nunca de que en San Monté, en el año de gracia de 1964, nació un escritor, ese escritor soy yo, así me llamo y me pongo en fila, demuestro mi capacidad y la gente sabe de mí y me quiere por las hermosas historias que cuento…por lo que no me quiere es por puto…pero esa es otra historia/.”
Recomiendo, si es que yo puedo recomendar algo, la lectura de esta novela, ¿dónde encontrarla? Imposible saberlo, estos libros casi están destinados al olvido, que no es lo mismo que el fracaso, espero en verdad que este no sea su destino, y ojala pronto, muy pronto una editorial “grande” publique su obra, no para que sea famoso, sino para que muchas más personas puedan disfrutar de su lectura.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Nudo de Serpientes en bibliotecas de aula

“Lo que realmente alimenta al escritor es el acto
primigenio de escribir”: Alejandro Aldana

por: DAMARIS DISNER

Alejandro Aldana Sellschopp tiene mucho que festejar. El día de ayer, dentro de la Presentación de las Bibliotecas Escolares y de Aula 2007-2008 que se realizó en la Secretaría de Educación Federalizada, se dio a conocer que a nivel nacional, de aproximadamente mil concursantes, fue el único chiapaneco en ser elegido para formar parte del Programa Nacional de Lectura, que a partir de junio del 2008 entregará a las escuelas los libros de los escritores seleccionados. Fruto que hará posible la edición de 37 mil ejemplares de la novela histórica Nudo de Serpientes, los cuales serán distribuidos a nivel secundaria. En entrevista, nos compartió el logro que lo sitúa entre los chiapanecos que forman parte de las bibliotecas escolares a nivel nacional.
¿Cómo surge la oportunidad de participar en la selección del Programa Nacional de Lectura?
“La Secretaría de Educación todos los años publica su convocatoria, que sale a nivel nacional; así como cualquier hijo de vecino yo vi la convocatoria, me interesó y mandé mi novela Nudo de Serpientes a participar”.
¿Cuál es el tiraje que se va a hacer de estos libros?
“El tiraje es bastante rico, porque son 37 mil ejemplares más o menos, de lo cual el objetivo es cubrir todas las bibliotecas de aula a nivel secundaria. Como lo tienes que registrar por categorías, lo registré a nivel secundaria y como novela histórica; así que va a estar en todas las bibliotecas de México, de aula, a nivel secundaria”.
Tu libro abarca una parte de la historia de Chiapas que posiblemente no todos conocen, como creador es una responsabilidad porque vas a estar a nivel nacional mostrando este lado que podría decirse es un poco gris o turbio de la historia del estado…
“Yo creo que esa es la parte más satisfactoria del proceso, al escribir una novela que es bastante crítica del proceso histórico del estado; primero, que haya sido seleccionada por una institución de gobierno federal y que esté esta obra de carácter crítico en todas las secundarias, el espectro del lector crece inmensamente, nosotros generalmente tiramos libros de mil ejemplares. Nudo de serpientes se publica por primera vez en el 2004, teniendo un tiraje normal, se agota el libro, y luego sacamos una segunda edición con la Editorial Viento al Hombro en el 2007; y te puedo decir que la segunda edición se está agotando y no hemos terminado el año. Y mando a terminar la novela y ahorita a principio de año, creo que como en febrero, va a estar en todas las bibliotecas con un tiraje de 37 mil ejemplares y si es bastante, muchos lectores y el contenido que es crítico pues llegará a mucha gente”.
¿Cómo cambia la vida de Alejandro Aldana como escritor, como persona, por este evento?
“Absolutamente en nada, lo chistoso es esto, que en realidad no cambia nada, yo creo que cuando el escritor tiene una vocación genuina de crear, la verdadera alimentación del escritor es en el momento de estar escribiendo, estar sentado frente a la máquina y estar escribiendo, ese es el momento de mayor placer, de mayor goce, y lo que viene después, si se publica el libro o si se gana el premio, ya son cuestiones muy secundarias, por lo menos yo lo veo así; no cambia el acto primigenio de la creación que es lo que realmente más alimenta al escritor, que por lo menos para mí es escribir. Si esa novela le gusta a alguien ya es una ganancia; si esa novela gana un premio o es comentada por la gente es secundario”.
Al ser una novela histórica, ¿qué comentarios has tenido de los historiadores?
“Tuve la suerte de que el doctor Andrés Aubry fuera quien me revisara toda la parte histórica, era mi chicotito en la función histórica; entonces él me fue comentando y sentando errores, yo tenía muchos errores en el sentido histórico, y de hecho él acepta a hacer la introducción al libro, por esa parte tuve muy buen asesor”.
Y los proyectos venideros…
“Ahorita estoy preparando el segundo tomo de la colección que estoy sacando con la SEP de cómo narrar, y estoy terminando una novela que ya llevó como cinco años escribiendo. Es una novela histórica que no transcurre en México sino en Austria, en 1791; me fui totalmente de México, y yo espero que el próximo año ya la puedan leer”.
Enhorabuena, Alejandro, colaborador entusiasta de esta sección cultural.

Ladillo:“Estar escribiendo, ese es el momento de mayor placer, de mayor goce, y lo que viene después, si se publica el libro o si se gana el premio, ya son cuestiones muy secundarias, por lo menos yo lo veo así; no cambia el acto primigenio de la creación que es lo que realmente más alimenta al escritor, que por lo menos para mí es escribir. Si esa novela le gusta a alguien ya es una ganancia; si esa novela gana un premio o es comentada por la gente es secundario”.