miércoles, 27 de octubre de 2010

Entrevista a José Antonio Reyes Matamoros DOs

Cultura para todos

Entrevista a José Antonio Reyes Matamoros DOS: El poeta ante su sombra.

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Alejandro Aldana Sellschopp—Cuando hablamos de los rusos, hablamos de los escritores rusos, a ver si estamos bien, antes de la Unión Soviética, estamos hablando de los grandes maestros de la narrativa, quizá es la época gloriosa, bueno yo le quitaría el quizá, es la época gloriosa de la literatura rusa, y quizá ya en la Unión Soviética decae mucho, muchas cosas de la cuestión de la creación, sobretodo de la narrativa en Rusia. No sé, Revueltas está yo creo que más cercano a estos grandes maestros de la literatura rusa, que incluso a los propios escritores ya de la Unión Soviética.

José Antonio Reyes Matamoros—Sí claro, Revueltas tenía una formación muy exigente. Me refiero por supuesto a esos escritores, a esos artistas, que marcaron, que abrieron las puertas de Rusia, de la Rusia Zarista, de la Rusia pro-Zarista, de la Rusia revolucionaria incluso, porque Mayakovsky es un gran poeta antes y después de la Revolución, por ejemplo. Y hay otros narradores que vienen de esa escuela, independientemente de su paso por la Revolución. Eso es algo mucho muy importante, el boom, el abrir las puertas de lo que significó el movimiento pre-revolucionario y el movimiento posrevolucionario que ha causado, que causó muchísimos problemas, pero en esa bisagra temporal yo creo que hay otros excelentes, pero excelentísimos narradores, poetas, que por ejemplo, nos indican también su herencia estética. Gorky no es un narrador menor respecto de Tolstoi, por ejemplo. Y él a mi juicio tiene una consideración muy importante, él atraviesa las dos etapas, entonces yo creo que hay una…

—Una como héroe y una como perseguido político, fue perseguido por..

—Sí, fueron muchas estupideces.

—Expulsado..

—Lo expulsaron

—Siendo un escritor tan importante.

—Tan esencial.

—Tan cercano a Revueltas. Incluso su vida…

—Ideológicamente, estéticamente, así es. Sin embargo la diferencia es que a él le toca el triunfo de una revolución, mientras que a Revueltas le toca el fracaso de una revolución y el fracaso de un partido, son cosas que hay que valorar históricamente e incluso estéticamente. Yo creo que tanto Mayakovsky, que es el primer presidente de la Sociedad de Escritores Revolucionarios, como Gorky, como otros escritores que no tuvieron la palestra pero que siguen siendo muy importantes del movimiento posrevolucionario, son de una estela muy importante que quedó, como queda todo el arte, como herencia para todos los artistas.

—Esto, bueno, Revueltas es, podemos hablar mucho de él pero me lleva un poco a lo que son cuestiones ya de carácter estético. No sé si esté de acuerdo, es decir, todos los escritores antes de la Revolución, se convierten en escritores fundamentales para la Revolución. Lenin decía que a través de su lectura de Tolstoi y de Dostoievsky, casi casi tiene una formación política. Y si leemos a Tolstoi o Dostoievsky difícilmente en alguna página diría “hagamos la revolución” o “pongamos bombas”. Cuentan historias. ¿Sería mas o menos su idea de estética? El propio Revueltas en toda su producción literaria…

—No, no es esa mi idea de estética. ¿La mía?

—Sí

—No, no es esa mi idea de estética. La estética ya es un proceso más racional, más profundo y que requiere de una preparación mucho más cuidadosa. Llegar a un planteamiento estético no significa, no solamente un llamado explícito o implícito en algún poema o una ópera, o una novela o un libro de cuentos. Porque hay quien puede decir también “pongamos una bomba” y está haciendo un planteamiento estético. No. El planteamiento estético, se llega a él en primer lugar, después de una reflexión muy profunda del objeto de estudio específico. No podemos llegar a un planteamiento estético por innovación o por ocurrencia. El planteamiento estético de Tolstoi de Dostoievsky, del propio Revueltas, de Gorky, es un proceso de reflexión de la cultura de sus países. De Tolstoi por ejemplo, que está profundamente imbuido de la cultura francesa, él emprende sus quehaceres estéticos, por ejemplo, a raíz de la invasión napoleónica a Rusia. Tolstoi hablaba francés, era un excelente lector de francés, él estaba muy al tanto, era un tipo de una enorme capacidad intelectual y espiritual, y eso le permite a él la reflexión de lo que no se estaba escribiendo en Rusia. Él no llega a un planteamiento de carácter estético sobre la base de un panfleto. Él en el momento de ese realismo ruso, con Ana Karenina o con La guerra y la paz, o con sus apuntes, él simple y sencillamente expone una serie de situaciones que exaspera a cualquier ser humano que las lea. La situación de los soldados en el frente de batalla, la situación del hombre frente a todo el conjunto de la humanidad, la situación de una serie de relaciones semi feudales y patriarcales, y ahí ya está retratando una realidad cualquiera que sea. El planteamiento estético para mí no es eso. El planteamiento estético es esa reflexión de la historia del arte de cada país o de cada corriente o de cada sector de la humanidad, sea cual sea el objeto que tiene el artista frente a sí y lo que quiera. El caso más evidente pues lo es, y lo sigo poniendo de ejemplo, lo pondré como ejemplo, es el de Kafka. Kafka llega a una reflexión estética después de una serie de puntos por analizar, por discutir, para ligar y para desarrollar esa cosa tan complejamente hermosa que es la lógica del absurdo. Él, por ejemplo, revoluciona la literatura a través de los tratamientos que él emprende del hombre frente a su existencia absurda. Ése es el planteamiento kafkiano. Qué lástima que no se hayan conocido Tolstoi y Kafka, ¿verdad? hubieran hecho una bomba, ahí sí. Entonces en síntesis para mí, llegar a una idea estética es una reflexión de muchísimo tiempo. Tolstoi, hay que recordar, empezó a escribir grande, hay que recordar que Tolstoi tiene una serie de lecturas muy rigurosas, pero sobretodo con la gran capacidad que tenía de aprehender los distintos momentos por los que estaba atravesando la humanidad en ese momento.

Continuará…

viernes, 22 de octubre de 2010

Entrevista a José Antonio Reyes Matamoros

Cultura para todos

Entrevista a José Antonio Reyes Matamoros UNO: El poeta ante su sombra.

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

La siguiente entrevista la realicé el 29 de enero de 2010, en el Café Museo, en San Cristóbal de Las Casas, con motivo de preparar mi libro de entrevistas a escritores chiapanecos, José Antonio se negaba a concederme la entrevista, pues consideraba que no era un escritor chiapaneco; sin embargo, finalmente logre convencerlo, y la charla, como todas las que uno tenía con él, se extendió hasta las quince cuartillas, por razones de espacio en el libro publicado sólo logramos dar a conocer seis cuartillas, la mitad de la conversación, ahora publicaré la platica completa en varias entregas.

Alejandro Aldana Sellschopp.—¿Cómo fue su acercamiento a la literatura y cuándo decide acercarse a la creación?

José Antonio Reyes Matamoros— Con esas pinches preguntas nunca vamos a terminar compañero. Yo creo que de hecho es parte de un proceso extraño, complicado, muy personal, yo creo que nos surge a todos. Yo me acerqué a la literatura de una manera, digamos que un poco natural, motivado por querer leer un libro, nada más. Es decir, siempre me han atraído los libros, siempre para mí fueron como que, un elemento extraño, un elemento agradable que yo quería saber qué encerraba, y curiosamente me acerqué a la literatura por la historia, posteriormente me acerqué a la literatura por las ciencias exactas, ya estoy hablando de cuando estudié matemáticas, donde el ligamen entre literatura y ciencias en ese momento, para esa generación de estudiantes era algo muy natural, y era algo que se consideraba incluso como indispensable. Sin embargo mis lecturas de literatura ahí ya un poco más racionales, no ordenadas, racionales por la necesidad de leer, empezaron curiosamente por cuestiones filosóficas. Es decir para llegar a la literatura no cursé varios recovecos, en términos de tener claridad de que yo quería acercarme a la literatura, fíjate que no, yo tengo muy claro ese objeto tan entrañable para mí, tan bonito para mí, tan necesario para mí, que eran los libros. Primero eran los libros, qué tienen los chingados libros, qué esconde, qué guardan, qué me quieren decir. Cuando estuve en los viejos años y en los viejos tiempos, en la secundaria, había un libro de texto que era riguroso para todos, que se llamaba el Galano arte de leer. Ese libro me atrajo mucho más porque en su portada había la fotografía de una biblioteca, para mi sorpresa, cuando tengo acceso a ese libro descubro algo mucho muy importante, descubro algunos textos de Neruda que acompañaban esa antología, de César Vallejo, si mal no me acuerdo también de Octavio Paz y de Huidobro, no lo tengo muy presente. Y ahí hubo algo para mí, mucho muy importante, sumamente importante, yo entonces era un niño que estaba aprendiendo a usar los libros, tendría 12 años, y dije “yo puedo hacer eso, y yo lo puedo hacer mejor”. Y me maravilló el lenguaje que usaban esos compañeros y tuve la gran fortuna de que un año después tuve una maestra de español y de literatura que me dio una serie de orientaciones para la lectura. Era un momento, para mí un poco difícil, o más bien muy difícil, muy complicado y ese tipo de lecturas las retomé hasta el bachillerato. Pero desde entonces ese acercamiento lo puedo señalar como accidentado, como incidental y accidental, sin embargo fue un momento muy bonito, muy interesante porque a partir de ahí empezaron mis lecturas tanto de historia como de literatura. Y ya en los procesos más adelante, pocos años después, empezaron lecturas más rigurosas, curiosa y contradictoriamente empezando por otro compañero, por los difíciles. Yo entré a la novela por Hegel, por ejemplo, y a mí se me hacía algo espeluznantemente bello, las lecturas de Hegel, ya cuando era adolescente y tuve ahí una fortuna y al mismo tiempo una desgracia porque, yo empecé leyendo los rusos, empecé leyendo a Tolstoi, empecé leyendo a Dostoievsky y después, o no sé si sea parte de la misma pregunta pero, después ya tuve muchos problemas con los autores mexicanos, porque, vamos, fue algo muy desigual. Recuerdo a Benedetti en ese sentido, y que en su experiencia como lector decía Benedetti, no tanto leía lo que caía en mis manos, sino leía las cosas raras que me decían que eran difíciles. Y fue un comienzo muy desigual, muy accidentado, pero fueron esos altos, esos momentos, que me permitieron conocer la literatura desde muchos puntos de vista. No sé si esto responda. ¿Cuándo decidí? No sé si es la otra parte de la pregunta.

—Entonces fue como lector y ahora como creador, en qué momento se da el salto de decir “puedo escribir esto y mejor”, pero cuándo se hace conciente de decir “ya estoy escribiendo”, ya sea un cuento, una novela.

—Bueno, eso fue mucho después. Yo te comenté el pensamiento de un niño-adolescente, en el caso de las cosas que yo sentía, las cosas que yo imaginaba que empezaba a escribirlas, a dejarlas en carpetas, a regalarlas. Hasta que decidí empezar a compilar todo ese tipo de cuestiones, poemas, sobretodo poemas. Cuándo fue, realmente no lo sé, pero no fue de jovencito, no fue de niño, ya era adolescente, tendría unos diecisiete, dieciocho años, que me interesaba mucho dejar por escrito, sobretodo, lo que sentía, en ese momento no partía de ninguna consideración estética, ni métrica, simple y sencillamente dejar algo plasmado sobretodo para mis novias y mis amigos. A mis amigos les gustaban mis porquerías y eso me agradaba, porque además les enseñaba matemáticas y les hacía sufrir con mis poemas.

—Bueno, en ese proceso hubo algún formador, alguien que haya sido el Virgilio.

—Mi guía. No, realmente no lo hubo.

—Fue un proceso en solitario.

—Fue un proceso en solitario. Fíjate fue un proceso en solitario, no tuve ningún preceptor, salvo el ideal, el preceptor ideal que fue mi identificación con los autores.

—De esa gama de autores quién podría, ya ahorita con la perspectiva, en ese momento podría señalar como el modelo.

—No creo que sea un modelo. Entiendo la pregunta pero creo que lo más interesante para mí fue el descubrimiento de lo mexicano a través de José Revueltas. Primero José Revueltas en su narrativa, en una manera de ver el mundo que a mí me impactó desde la primera lectura que hice de él. A mí me sorprendió José Revueltas porque curiosamente me acercaba a los rusos. En este juego de Virgilios ideales, por supuesto pues está Tolstoi; Tolstoi para mí fue un descubrimiento, un autodescubrimiento incluso porque yo llegué a La guerra y la paz y llegué a Ana Karenina de motuo propio, y esas formas narrativas, esa exactitud, ese estar adentro de lo que él estaba planteando en sus novelas, para mí fue algo sumamente importante, me gustó, me sorprendió, y curiosamente eso lo vine a encontrar con José Revueltas.

Continuará…

lunes, 11 de octubre de 2010

Voces del inframundo. Fallece maestro José Antonio Reyes Matamoros.

Voces del inframundo
Samuel Máynez Champion

Revista Proceso


El 9 de febrero de 2009 apareció en mi correo electrónico un mensaje que, de manera perentoria, atrapó mi interés: se me solicitaba una entrevista para hablar de un proyecto operístico surgido en la Escuela de Escritores de San Cristóbal Las Casas. Aunque escueta, la misiva daba pie para un sinfín de elucubraciones en las que, invariablemente, el Bel Canto se erguía en locaciones impensables pero, asimismo, maravillosas. Imposible suponer que atrás de los gestos mecánicos que originarían las comunicaciones virtuales de ida y vuelta se guarecía una amistad entrañable y menos aún, que el lapso temporal para que ésta se fraguara sería tan breve.

Días después apareció en mi domicilio un hombre bien plantado que miraba de frente y sonreía con el rostro íntegro. Se trataba del maestro José Antonio Reyes Matamoros quien había fundado y dirigía la escuela para escritores de la ciudad chiapaneca. Su grata presencia y la convicción de sus palabras disolvió con pasmosa inmediatez el azoro propio de los desconocidos que están destinados a de dejar de serlo. A simple vista, el maestro carecía de recovecos y se manifestaba con la franqueza de los individuos que han vibrado en todas las tonalidades con que la vida los ha envuelto; desde las privaciones y la cercanía con la muerte, hasta la convivencia diaria con las flores del intelecto y los perfumes del espíritu.

Tardó más de lo previsto el ingreso en la conversación del porqué del encuentro. José Antonio quería saber más de mí y, por alguna razón que me rehuía, lo ruborizaba traer a colación un proyecto que, a pesar de apasionarlo, le merecía juicios despiadados. Decía que tenía la idea pero que el estado de la misma era embrionario y que no sabía cómo cristalizarla en el terreno melódico. Quería hacer una ópera que se destinara para el ciudadano de a pie o, macehual, según su propio decir, mas no era versado en música. Inopinadamente, destrabó sus reticencias mostrándome un libreto titulado Nezahualcóyotl, Ópera-blues en 4 actos. Me lo entregó como si yo fuera un ginecobstetra que habría de ayudar a parirlo con ventura…

En ese punto de la plática la confianza fluía a torrentes y no dude en decirle que, con independencia de sus méritos literarios, la idea arrostraría obstáculos; sobretodo, aquellos interpuestos por los sujetos que detentan los puestos de poder en las Bellas Artes, para quienes lo relacionado con la causa indígenísta seguía siendo un tema álgido que era conveniente mantener en prudente folclorismo. Con apego a los hechos, le recordé que ya se habían compuesto obras basadas en mandatarios indígenas de feliz memoria y que no habían logrado evadir el menosprecio. Aniceto Ortega montó su Guatimotzin en 1871 alcanzando sólo un par de representaciones. Caso análogo al del poema sinfónico Cuahtémoc concebido en 1929 por José Rolón que aguarda que se le rescate. Peor aún lo sucedido con la ópera Nezahualcóyotl de Roberto Téllez Oropeza escrita en 1949 que ni siquiera se ha estrenado.

Como broma a medias mencioné que una opción infalible para su éxito sería injertar la figura de un amo de las drogas como narrador. ¿Por qué no recurría a un capo del narco que se identificara con las atrocidades sufridas por el Señor de Texcoco para dar vida desde el presente a un drama mancomunado? ¿No había presenciado Nezahuacóyotl como asesinaban a su padre y no había debido sofocar la insurrección de su propio hijo matándolo en aras de la estabilidad del imperio?... José Antonio respondió que más allá de coincidencias el país necesitaba aferrarse a personajes míticos que encarnaran al ideal de gobernante, es decir, al guerrero sabio que hace acopio del arte para dignificar la existencia de su pueblo, o al regidor sensible que encara los misterios de su corazón valiéndose de la veracidad de la palabra. Ante la puntualidad de su argumentación aduje que si se apoyaba en el potencial de las palabras para despertar la conciencia, entonces debía evitar el español. ¿Por qué no ampliaba el espectro de la dominación lingüística traduciéndola al inglés? ¿No había pensado desde un inicio en hacer una ópera blues?

Mi nuevo amigo aceptó que la última propuesta podría tener futuro y se despidió dejándome la tarea de hacer una lectura rigurosa de su libreto. A su vez, él recapacitaría en mis observaciones para afinar la parte literaria del trabajo. Lejos estaba yo de caer en la cuenta que acababa de estrechar la mano de un mexicano excepcional. Su modestia le había impedido contarme de las luchas acérrimas que había librado, de su incorruptibilidad, de sus logros como maestro y de sus profundos desengaños. Junto a las disquisiciones musicales, la acelerada descomposición que corroía la faz de la patria había acaparado la charla. Sabría más adelante que la trayectoria de mi amigo era ejemplar. Había participado en la guerrilla y ante su infructuosidad había abrazado el rol de educador. Se había sumado a las campañas alfabetizadoras en comunidades marginadas y había empeñado su aliento para preservar la palabra indígena. A sus esfuerzos se debía la publicación de libros en tzotzil, chol y tseltzal emanados de los talleres literarios que impartía en su escuela, así como la traducción en lenguas mayas de los Acuerdos de San Andrés. Sin duda, José Antonio era un mentor exigente que se aplazaba a si mismo en pos de los demás.

Concluida la lectura del libreto me comuniqué con él para decirle con la garganta hecha nudo que estaba convencido de su eficacia; la fuerza de sus parlamentos era contundente y, en mi entender, era obra de un poeta consumado. Acordamos volver a reunirnos para que me mostrara las enmiendas que le había hecho y para buscar, entre ambos, a un músico de blues que estuviera a la altura. Ese día no llegaría jamás.

El 25 de septiembre de 2010 se me convoca a su sepelio. Con apenas 50 años de edad, José Antonio sufre una embolia pulmonar que arrasa con su tiempo entre los vivos. Frente a su ataúd resuenan palabras henchidas de agradecimiento. Concluye así, una vida terrena volcada hacia la solidaridad con el prójimo, abriéndose paso una estela fecunda que se conforma, entre otras virtudes, por un importante corpus literario que espera ver la luz. Uno a uno, sus alumnos (1) y sus seres queridos tejen una elegía fúnebre que pervivirá en la memoria de los que, como él, quisieran vivir en un país menos injusto. En el umbral de la funeraria su madre recibe las cenizas calientes mientras surgen desde el míctlan las voces del Rey poeta que ha sido invocado para clamar por la inacabable tragedia de su gente.

[1] Se recomienda la audición de los poemas de Juan Álvarez, alumno estrella del maestro Reyes Matamoros. Para escucharlos pulse la ventana de audio correspondiente.

Se trata de extractos poéticos del libro Así canta la muerte de Álvarez, quien recita en tzeltzal y español. Con esta obra el joven poeta chiapaneco acaba de recibir el premio continental en lenguas indígenas.


jueves, 7 de octubre de 2010

Nobel para Mario Vargas Llosa

El Nobel, reconocimiento a la literatura de AL: Vargas Llosa
"Espero que me lo hayan dado por mi obra literaria, más que por mis ideas políticas", dijo el escritor.
AFP, Reuters y La Jornada en línea Publicado: 07/10/2010 09:40
Nueva York. El escritor peruano Mario Vargas Llosa, distinguido este jueves con el premio Nobel de Literatura, dijo que aún no se lo creía y que esperaba sobrevivir a todo lo que rodea a la concesión del galardón literario de más resonancia.
"Espero sobrevivir al Nobel", dijo en una conferencia de prensa en el Instituto Cervantes de Nueva York, en su primer encuentro abierto con los medios desde que se conoció la concesión del premio.
"Estoy sorprendido, todavía no acabo de creérmelo", agregó, reiterando que "el premio de alguna manera también reconoce la importancia de la literatura latinoamericana".
Vargas Llosa, de 74 años, autor de La fiesta del chivo y La ciudad y los perros, expresó su confianza en que sus ideas políticas, que le han granjeado la antipatía de sectores de izquierda latinoamericanos, no hayan tenido ninguna influencia en la concesión del premio.
"Espero que me lo hayan dado por mi obra literaria, más que por mis ideas políticas", explicó el escritor, que se declara liberal y que fue candidato a la presidencia de Perú en 1990, en una campaña en la que acabó imponiéndose Alberto Fujimori.
Antes, en declaraciones desde Estados Unidos a la radioemisora peruana RPP, el autor expresó sorpresa por haber obtenido el Nobel y hasta pensó que le jugaban una broma cuando supo la noticia.
El afamado novelista relató que preparaba a las 5:30 de la mañana una de las clases que imparte en la Universidad de Princeton en Estados Unidos cuando lo llamaron desde Estocolmo para notificarle que, después de años de gran expectativa, ganó el Nobel y que en "14 minutos" lo sabría el mundo entero.
"Yo hace muchos años que pensaba que no estaba entre los candidatos. La verdad que ha sido una sorpresa mayúscula (...) pensaba que era una broma", dijo.
"Tengo ganas de irme a caminar porque estoy medio aturdido", afirmó entre risas. Y en Nueva York aseguró que no ha tenido tiempo de pensar en lo que significa este premio porque se la ha pasado respondiendo preguntas.
"Me voy a mirar al espejo y me voy a ruborizar", agregó cuando le leyeron desde Lima cómo el comité describió su obra.
El escritor peruano nacionalizado español destacó en declaraciones a la emisora de radio colombiana RCN que "es un reconocimiento a la literatura latinoamericana y a la literatura en lengua española y eso sí debe alegrarnos a todos".
"Gran parte de este premio se lo debo a España", dijo Vargas Llosa en otra entrevista a la televisión pública española por teléfono desde Nueva York.
"En España es donde yo me hice un escritor conocido, así que quisiera en esta circunstancia agradecerle mucho a España todo lo que le debo como escritor", declaró por teléfono a la cadena TVE1.
"España es donde mi obra fue publicada, fue reconocida, fue promovida", agregó.
"Hay algunos españoles que han sido personas decisivas en la divulgación que han tenido mis libros, como Carlos Barral, que fue mi primer editor, el hombre que promovió tanto mi primera novela", recordó el flamante Premio Nobel.
Además citó a la agente literaria Carmen Balcells.
"Estoy seguro que debe estar tan contenta como yo con este premio, ella también a lo largo de muchos años ha promovido, ha hecho lo imposible para que mi obra se conozca", declaró agradecido el novelista peruano.