martes, 25 de marzo de 2008

Muere el quinto Beatle

Neil Aspinall, amigo, colaborador y representante de los Beatles, y ex jefe de la casa discográfica del grupo, Apple Corps, murió en Nueva York a los 66 años de edad.
Bautizado por la prensa como "el quinto Beatle" -título que también se le aplica al productor de la banda, George Martin- Aspinall fue amigo de Paul McCartney y George Harrison desde la infancia.

Mucho antes de que el grupo saltara a la fama, se convirtió en colaborador del cuarteto de Liverpool, al que incluso sirvió de chofer y guardaespaldas.

A principio de la década de los años setenta pasó a encargarse de Apple Corps, "de manera temporal", aunque permaneció en el puesto hasta el año pasado.

A pesar de no tener formación musical, llegó a integrar los coros de Yellow Submarine y a tocar instrumentos en temas como Magical Mystery Tour , Within You Without You y Being for the Benefit of Mr Kite .

En un comunicado conjunto divulgado en Londres, los ex Beatles McCartney y Ringo Starr rindieron tributo a la memoria del fallecido, a quien agradecen "los consejos y la administración fiable".

domingo, 23 de marzo de 2008

Borges en su reflejo


Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Es de todos conocido el temor que Borges sentía por la duplicación o a la duplicación espectral, el doble era una obsesión que lo asaltó desde su niñez hasta bien entrada su ancianidad, el tema de la dualidad aparece desde sus primeros poemas, posteriormente sus cuentos y hasta ensayos abordan situaciones, citas o pasajes donde la duplicidad es el personaje principal.

En cierta ocasión afirmó “Me aterrorizaban los grandes espejos, su infalible y continuo funcionamiento, su permanente persecución de mis actos, su pantomima cómica me parecía sobrenatural, y cuando me llegaba la hora del sueño, uno de mis insistentes ruegos a Dios era que no soñara con espejos. Me recuerdo vigilándolos con inquietud. A veces temía que empezaran a mostrar una realidad desconocida, que empezaran a divergir la realidad. Otras veces, tenía temor de verme desfigurado en ellos, verme el rostro con características extrañas”. A continuación pretendo colocar a Borges en un laberinto circular de espejos. Para ello he de valerme de comentarios que el propio Borges emitió en charlas, entrevistas y algunas conferencias. Sabiendo de antemano que al final tendremos a Borges en su reflejo.

Hasta el cansancio hemos escuchado que infancia es destino. Borges fue un niño extraño, no especial ni diferente, él perteneció a esa especie que Jim Morrison bautizó como gente extraña. Pasó gran parte de su niñez encerrado, sin tener amigos (cosa que se convertirá en una constante durante su vida), ante la ausencia de compañeritos no tuvo más que protegerse del mundo con la imaginación: “Mi hermana y yo nos inventamos dos compañeros imaginarios a los cuales, por una u otra razón, llamamos Quilos y Molinos. De repente, cuando nos aburrimos de ellos, le dijimos a nuestra madre que habían muerto”.

Las obsesiones infantiles de Borges jamás dejaron de acompañarlo, así los tigres, laberintos y espejos más que constituir elementos de una estética, son producto de sus fantasmas personales, ¿qué es en realidad una estética?, ¿una posición científica frente a la creación o la sistematización de las más negras pesadillas del poeta? Borges reconoce: “Íntimamente soy el mismo de antes. El mismo chico de entonces, el mismo desde hace 20, 30 ó más años atrás. Apenas si he aprendido algunas destrezas. Conservo mi alma de niño, en el sentido de las palabras de Chesterton, que pensaba que uno crece para envejecer al amor y a la mentira, pero no envejece para el asombro”.

El idealismo ya sea como filosofía, ya sea como metafísica o mero argumento más cargado de ironía que de otra cosa, es otra de las constantes en la obra de Borges. Si bien lo que en sus cuentos y poemas afirma y hasta nos hace creer como verdades supremas, en sus más lúcidos ensayos y sobre todo en sus conversaciones se convierten en meros juegos intelectuales, bromas eruditas. La inmortalidad de las almas aparece en poemas y cuentos como una Verdad, en su vida cotidiana no deja de ser un interesante espejismo: “Bueno, para mí la muerte es una esperanza, no un temor. Y yo ansío no proseguir en otro mundo, quiero morir completo. Recuerdo que madre cada noche, antes de dormir, se despedía con la esperanza de no volver a despertar. Ahora yo sólo tengo miedo a la inmortalidad del alma. Ese es mi único miedo. Sería horrible seguir siendo, y sobre todo seguir siendo Borges. Estoy harto de él. ¡Siempre asombrándome!”

Borges crea un mundo. Casi como esos cuentos que tanto le gustaba escribir, donde recurre a la estructura del informe antropológico, dejando a un lado el argumento o anécdota de la narración, lo que describe es tan fantástico que poco importa lo que ocurre en dicho lugar, así él crea un mundo, el mundo de Borges, dicen algunos críticos, un lugarpsiquico, con su propio tiempo y espacio, su verdad y su mentira, su espada durmiendo el sueño de la muerte en un mueble viejo, relojes que marcan la hora en punto de la eternidad, coronas escandinavas, torres mortecinas, niebla lúgubre en un campo perdido de la baja Sajonia, cuchilleros perdidos en la tristeza de un portón del maldonado, laberinto invencible, invisible y en línea recta, mundo sin mundo, mundo contenido en un solo punto, universo visto desde afuera, amores imposibles, fechas sin tiempo, oscuros pasillos que conducen a la nostalgia del futuro.

Este mundo tiene sus propios dioses, panteón de mil cabezas bajo la noche plutónica de Escocia, griegos y romanos en su eterno retorno, fenicios y musulmanes, números ocultos tras la máscara de la muerte, geometría de la oscuridad, y el destino implacable sobre la sentencia de los hombres, ahí levanta su escultura la filosofía idealista, Spinoza omnipresente, Platón transmigrado en Berkley. Ahí entre sus paraísos e infiernos personales la imagen de Jesús de Nazareth como hombre divinizado, citas de la Biblia encontramos a raudales, Jesús como personaje, sus palabras, su vía crucis, su agonía tras haber tocado el fuego de la humanidad. Borges se refiere a Jesús en los siguientes términos “Siempre he sentido una admiración muy grande por lo que él es. No me cabe duda de que es el pilar de la historia del mundo y lo seguirá siendo inclusive más allá en el futuro, pero siempre hay algo que le sobra, o que le falta, y que no lo hace todo lo simpático que podría ser. A mi parecer, Sócrates es más simpático, y Buda también. En Cristo hay algo como de político que no acaba de convencer. Yo, hay momentos que lo encuentro hasta demagógico: aquello de que los últimos serán los primeros… ¿Por qué? A mí me parece que es una aseveración injusta y absurda… Aquello que los pobres de espíritu heredarán la tierra… ¿Por qué? No lo entiendo, y mucho menos entiendo aquella idea miserable de que los ricos no entrarán al reino de los cielos solamente porque en la tierra ya recibieron su recompensa. Si el reino de los cielos es eterno, ¿cómo puede compararse a unos cuantos años de felicidad aquí en la tierra?”

La figura de Jesús en la obra de Borges es permanente, directa o indirectamente se habla de él, siempre con admiración, no sin poner en cuestionamiento muchas fases de su vida y su doctrina, en el fondo, muy en el fondo creo que Borges siempre fue un creyente en el cristianismo, más allá de su propia asimilación cultural, más allá incluso de sus creencias reconocidas y defendidas, era un cristiano por superstición.

Estos reflejos continuarán.....

Documentan grupos civiles 3 detenciones y torturas en el gobierno de Juan Sabines

Fuente: Hermann Bellinghausen (Enviado). La Jornada.

Palenque, Chis., 22 de marzo. Contra lo declarado por la Secretaría de Gobierno estatal, en el sentido de que las detenciones y malos tratos a presos que se reivindican como “políticos” corresponderían sólo a las administraciones anteriores, organismos civiles y La Otra Jovel han documentado que tres de los presos actualmente en huelga de hambre “fueron detenidos, incluso torturados” durante el gobierno de Juan Sabines: Jesús López López, de la Voz del Amate; Rubén Jiménez Pablo, del Mocri (recluido en Cintalapa), y Javier Sánchez López (en Playas de Catazajá).
En tanto, la organización Xi’Nich’ (La Hormiga, en chol), con presencia en la selva norte, agradeció a Pueblo Creyente “por animarnos e impulsarnos a seguir luchando juntos por la justicia y la verdad”. Pidió que transmita su solidaridad “a los hermanos presos de Tres Cruces y a los demás que se encuentran en huelga de hambre y ayuno”. La coordinación de Xi’Nich’ exige su inmediata liberación.
“Nuestras comunidades se encuentran en oración por ustedes. Hagan grande su corazón. No están solos. Somos muchos los que estamos con ustedes”.
Diego Arcos Meneses, de la comunidad Nuevo Tila, quien permaneció un año injustamente preso en Playas de Catazajá para que las autoridades encubrieran a los autores materiales de la masacre de Viejo Velasco Suárez (crimen perpetrado a fines de 2006 por policías estatales, miembros de la “comunidad lacandona” y de la Opddic), también escribe a los indígenas en huelga de hambre y ayuno: “Yo sé bien qué es estar injustamente detenido. Es muy duro para nosotros y para nuestra familia, pero Dios está con nosotros los inocentes. Ánimo compañeros. Exijo su libertad inmediata”.
La Otra Jovel denunció que Alejandro Galicia, director del Centro de Reinserción Social de Sentenciados (Cereso) número 5, el pasado día 20 impidió una visita a los presos de la Voz de los Llanos. “No es la primera ocasión. Muchos grupos de apoyo, colectivos y organizaciones han denunciado la imposibilidad de visitar a los presos y presas, aún cuando se cuenta con todos los requisitos para acceder”.
La Otra Jovel asevera que la situación de los presos “debe reflexionarse como un hecho de peso, una decidida protesta, tomando en cuenta que la acción ha sido tomada como último recurso para hacerse escuchar; los presos están implicando su vida”. Llama a los gobiernos estatal y federal a conocer las cartas de solidaridad que han recibido los casi 50 presos en protesta de huelga de hambre y ayuno, y magnificar como corresponde este suceso donde presos y presas de tres penales han sumado su lucha y su esfuerzo para exigir justicia y conseguir su libertad”.
Los presos de Catazajá notificaron al mandatario estatal Juan Sabines que uno de los 11 presos en ayuno, Pablo Gutiérrez Hernández, dejó la acción por motivos de salud. “El está baleado en la parte del cráneo, con mucho dolor en la cabeza y mareos, no ha estado recibiendo ningún medicamento. Te pedimos señor gobernador que nuestro compañero sea revisado por un médico y darle medicina”, y anunciaron que el resto seguirá la protesta “aunque nos han puesto muchos obstáculos”.

martes, 18 de marzo de 2008

Respaldo a huelguistas de hambre en Chiapas


Pintores, narradores, poetas y promotores de la cultura nos unimos a la exigencia de justicia y libertad de los 47 compañeros, en su mayoría indígenas y miembros de organizaciones sociales de Chiapas, que desde el 12 de febrero protestan por medio de huelga de hambre y ayuno en los Ceresos 5, 12 y 17.
La grave situación que expresan ellos frente al gobierno es clara evidencia de la cultura de la impunidad, discriminación y de la exclusión en que vive la mayoría de la sociedad chiapaneca.
Exigimos respuesta a las demandas de quienes hoy padecen los agravios de un sistema de justicia ineficaz, profundamente corrupto y burocrático.
Espacio cultural Jaime Sabines: Armando Sánchez Gómez, Josías López Gómez, Andrés López Díaz, María del Carmen Carpio, René Correa Enríquez, Carmen Penagos Corzo, José Antonio Reyes Matamoros y 10 firmas más.

Fuente: La Jornada

viernes, 14 de marzo de 2008

Las aventuras de Mark Twain




Por: Alejandro Aldana Sellschopp

Muchos lectores precoces comenzamos a leer en los libros de Mark Twain (1835-1910). Ante la nostalgia, la abrumante descomposición de nuestros días, cuando parece que el verdadero tiempo del hombre es la inmóvil espera de la muerte, algunos escapan a beberse unos tragos, hace unos días decidí tocar un poco de felicidad releyendo Las aventuras de Tom Sawyer, y en efecto el refugio fue por demás acogedor.
Cuando los EE.UU apenas despertaba como una nueva nación, surgió un reducido grupo de escritores que exponían sus creaciones artísticas a través de una voz nueva, clara, con personalidad propia; se emanciparon del puritanismo inglés, de alguna manera constituyéndose como los padres fundadores de las letras de Norte América.
Uno de ellos fue Samuel Langhorone Clemens, famosamente conocido como Mark Twain, que entre los pilotos del río quiere decir dos brazas. Aunque nació en Florida, cuando apenas contaba cuatro años su padre se muda a vivir a un pueblito llamado Hannibal, situado a la ribera del mítico Mississippi. Es precisamente esa primera infancia, esos años de aventuras, los que motivarían sus dos mejores libros: Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884).
Twain queda huérfano a los 12 años, y es cuando comienzan sus verdaderas aventuras, decide viajar a las grandes ciudades de EE. UU. En 1857 en Nueva Orleáns observó un barco de vapor, había visto muchos en su corta vida; pero este era como una señal, Clemens abandona sus viajes errantes y se pierde en la embarcación para transformarse en Mark Twain. El cúmulo de experiencias fueron guardadas tanto como el tesoro de Joe, el Indio, ahí conoció al hombre en su naturaleza más desnuda, años después escribiría: “Cada vez que en la ficción o en la historia encuentro un personaje bien definido me intereso personalmente en él, porque ya nos conocemos, por que nos hemos encontrado en el río”.
En nuestros días la obra de Mark Twain se ha destinado injustamente a la lectura exclusiva de niños y jóvenes, y por tanto como suele ocurrir con esta literatura, se le considera un “género” menor, de entretenimiento, un pasatiempo poco peligroso para las vírgenes mentes de los infantes. Invito a lectores aguzados a releer por lo menos estas dos obras y aseguro que se llevarán una grata sorpresa. El propio Twain afirmó respecto a su Tom Sawyer: “No es un libro para niños en absoluto. Va a ser leído sólo por adultos. Está escrito sólo para adultos”. Por supuesto que se equivocó, muchos niños leímos sus libros, pero también muchos adultos. Quizá la pregunta clave sea ¿Para quién se escribió la novela?
El libro trata de la infancia de un niño, cuyas aventuras son de este mundo, es decir no se pierde en fantasías que se tornan fantasmagorías para caer en la terrible estupidez noña a la que nos tienen acostumbrados los malos libros para niños. En absoluto, los niños de Twain son crueles, envidiosos, desalmados, rencorosos, su inocencia (que la tienen) no rayan la bobería, por el contrario tienen una visión clara de lo que ocurre en su entorno, se cuestionan cosas de la vida de los adultos, saben bien que ellos: los padres, curas, gobernantes, etc, son hipócritas, mienten por costumbre, y entienden, aun cuando no llegan a explicárselo del todo, que casi todo el mundo de los mayores es una mentira convenida. Estos niños atesoran un perro tuerto, un sedal, un alfiler; pero también su ambición se fija en los dólares contantes y sonantes del tesoro de Joe, el Indio.
Los personajes más entrañables de la novela son Tom y Huck, los dos niños tienen una vocación natural por la anarquía, sin embargo en Tom observaremos un carácter hasta cierto punto conservador, es él quien insiste en buscar el tesoro, el mismo que poco a poco se asimila al mundo de los adultos, me aventuro a pensar que Mark Twain lo creyó así y por ello en la “segunda parte” las aventuras ya no serían de Tom, sino del anárquico y buen salvaje Huck, que dicho sea de paso tiene mucho de Rimbaude en su condición de niño vagabundo.
Cuando Tom le pregunta a Huck qué hará con la parte del tesoro que le corresponda, este responde: “Pues comer pasteles todos los días y beberme un vaso de gaseosa y, además, ir a todos los circos que pasen por aquí”. A lo que Tom pregunta: “Bien, ¿no vas a ahorrar algo?”
Cuando Huck pregunta qué hará Tom con su parte del tesoro, este dice:”Me voy a comprar otro tambor, y una espada de verdad, y una corbata colorada, y me voy a casar”.
Los niños admiraban a gente poco respetable para el mundo de los adultos: piratas, ladrones, vagabundos. En una parte de la novela encontramos el siguiente diálogo:
“¿Quién es Robin Hood?” Pregunta Huck, a lo que Tom responde: “Pues era uno de los hombres más grandes que hubo en Inglaterra…y el mejor. Era un bandido”. “¡Qué suerte! ¡Ojalá lo fuera yo! ¿A quién robaba?”, “Únicamente a los sheriffs y obispos, a los ricos y a los reyes y gente así. Nunca se metía con los pobres. Los quería mucho”. Creo que la genialidad de Twain es parte de su universo creativo, siempre fue un gran crítico de su sociedad, sobre todo del poder; sin embargo, tenía un talento único para encajar la espada, cuántos escritores comprometidos quisieran esa capacidad, cuántos estarían dispuestos a esconder su libertario ego para ofrecer verdaderas creaciones literarias. El problema nació cuando se confundió el contenido con la propaganda.
Cuando los dos picaros se convierten en millonarios, es Huck quien deserta de ese estilo de vida, y Tom lo busca hasta encontrarlo en un basurero, trata de convencerlo para que regrese a casa, el vagabundo responde: “ …no es para mí…me hacen levantar a la misma hora exacta todas las mañanas, hace que me laven, me peinen y cepillen hasta sacarme chispas; no me deja dormir en el cobertizo de la leña; tengo que llevar esa condenada ropa que me estrangula…y es tan condenadamente fina que no puedo sentarme, ni tumbarme, ni echarme a rodar; hace ya…años, parece, que no me he tirado por la trampilla de un sótano; tengo que ir a la iglesia, y sudar y sudar; ¡no soporto aquellos sermones!”
Ernest Hemingway consideraba que de Las aventuras de Huckleberry Finn provenía toda la literatura moderna estadounidense. T.S. Eliot la consideró una obra maestra, James Joyce reconoció estar en deuda con él.
Mark Twain se encontraba en una profunda crisis, quizá pensaba que el verdadero tiempo del hombre es la inmóvil espera de la muerte, cuando escribió Las aventuras de Huckleberry Finn, probablemente se describía así mismo en las primeras líneas de la novela, donde Huck dice: “No soportaba aquella servidumbre, y un día tomé el portante, no sin haber antes recuperado mis harapos…era para mí un descanso volver a la libertad”.

lunes, 10 de marzo de 2008

Súmate al sueño de Pro-OAX

Todos soñamos alguna vez con nuestros más íntimos anhelos. Los comerciantes y los empresarios sueñan con la creciente prosperidad de sus negocios; los políticos sueñan con escalar los más altos cargos públicos y con permanecer en la memoria amorosa de sus pueblos; los obreros y campesinos sueñan con un trabajo digno y con líderes sociales honestos e incorruptibles; los padres de familia sueñan con maestros sabios y amorosos que conduzcan a sus hijos por la senda de la virtud y de la justicia…

A partir de los conflictos del año 2006, los sueños de la mayoría de los oaxaqueños se convirtieron en una pesadilla. Sigue latente el miedo a que el odio y la violencia, con su secuela de destrucción y miseria, se apoderen de nuevo de la entidad y nos hundan en la barbarie.

Vemos con preocupación cómo la inseguridad pública -secuestros, levantones y asesinatos- tiene en vilo a la ciudadanía. Vemos señales ominosas en los ataques e injurias con que se descalifican mutuamente los líderes y funcionarios que deberían ser ejemplo de entendimiento y concordia… Pero por encima de estas visiones inquietantes está nuestro sueño pleno de amor y esperanza. Un sueño sin presos políticos ni bloqueos de calles y carreteras; un sueño de perdón y no de odio, de reconciliación y no de venganza; un sueño donde la mentira y la simulación sean desplazadas para siempre por un diálogo respetuoso entre la sociedad y el gobierno.

Los que amamos a Oaxaca por encima de todo, aún seguimos soñando con lo imposible.


Francisco Toledo


PATRONATO PRO-DEFENSA Y CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL DEL ESTADO DE OAXACA, A.C.
MACEDONIO ALCALA, 507, CENTRO, C.P. 68000, OAXACA, OAX. MÉXICO TEL. Y FAX (52-951) 51 6 20 45

viernes, 7 de marzo de 2008

Babel

No somos mero "teatro de operaciones"

por: Javier Hernández Alpízar

Los gobiernos de George Bush y Alvaro Uribe están intentando iniciar una guerra en América del Sur.Los gobiernos colombianos, desde el siglo pasado, son una especie de oficina de administración colonial de los gobiernos de Washington.En Colombia existe un conflicto armado complejo, larguísimo. Ahí, el más viejo grupo armado revolucionario del continente tiene bajo su control partes del territorio. Su nombre ahora es demonizado por las agencias de prensa internacionales (de capital estadunidense o de alguna otra potencia colonial), se llaman Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).Otras partes del territorio colombiano las controla el gobierno de Alvaro Uribe, protegido del gobierno belicista de Bush, y aliado de una oligarquía colombiana que tiene ejércitos privados, civiles entrenados para sicarios: los paramilitares. En Colombia el prefijo "para" se deslizó, para significar una sucia estrategia de guerra contrainsurgente, a otras palabras: hay una "parapolítica" y "parapolíticos". Son los "señores de la guerra", como llamaba a sus homólogos en Africa el fallecido Ryszard Kapucinski.Los nexos del narcotráfico con los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos son ya una cosa normal. Los nexos del narcotráfico con la "parapolítica" de los oligarcas colombianos que atizan una guerra de paramilitares contra el pueblo colombiano son también un hecho corriente.En la era de Ronald Reagan, la CIA trasegaba drogas en Centroamérica y le vendía armas a Irán (en secreto, porque estaba en guerra contra él) para, con ese dinero, financiar a espaldas de su Congreso a la Contra nicaragüense, cuyos líderes eran manipulados por la CIA.No obstante, el lenguaje de las agencias de prensa internacionales solamente vincula, tramposamente, al "narco" con "la guerrilla" y quiere fundir a ambos en el comodín terminológico de Bush: "terrorismo".La palabra "terrorismo" tiene un "significado" único, en boca del poder: Sirve para estigmatizar, y luego bombardear y carbonizar, a los enemigos de Bush. Así ha sido en los casos de Afganistán e Irak, donde en aras de asegurarse del petróleo y posiciones geopolíticas, el gobierno y el ejército de los Estados Unidos agreden a pueblos enteros.Si la palabra "terrorismo" se usara con un poco de rigor, significando algo así como el uso de la violencia para causar miedo en la gente y aprovecharlo como método de control, entonces el gobierno de George W. Bush es el terrorista que masacra a pueblos como los de Afganistán e Irak para defender sus intereses y manipula la información para atemorizar a los ciudadanos de los Estados Unidos y mantenerlos controlados.¿No es demasiada coincidencia que cada vez que los Estados Unidos padecen una de las crisis cíclicas de su aparato industrial, como su actual recesión, emprendan una guerra para reactivar a su industria militar?¿No es demasiada coincidencia que cada vez que el gobierno de Estados Unidos enfrenta una coyuntura electoral, una guerra en el extranjero le sirve para intentar unificar a los ciudadanos contra un "enemigo común"?Estados Unidos tiene en el Sur del continente una serie de intereses muy específicos: la biodiversidad del Amazonas; la reserva más importante de agua dulce en la región, llamada Acuífero Guaraní; el narcotráfico, respecto al cual el país donde en no se combate es el más beneficiado por las las ganancias, Estados Unidos.Gobiernos como el de Colombia y el de Perú (y en el pasado los gobiernos de Ecuador, hoy no, y ése es un dato clave) han sido tutelados por Washington, para que mantengan ejércitos que masacran a sus propios pueblos, como lo han hecho los ejércitos de Colombia y Perú, los cuales han enfrentado rebeliones armadas no porque haya "terroristas", sino porque los pueblos oprimidos y masacrados han tenido que defenderse incluso militarmente.En Ecuador (como en Bolivia y Venezuela), por primera vez en una larga data hay gobiernos que se niegan a ser meras administraciones coloniales de Estados Unidos.Y por ello no es casualidad que Bush, mediante Uribe y el ejército colombiano, agreda a Ecuador y trate de iniciar una guerra que le permitiría atacar a Ecuador y Venezuela.El otro gran rival de los intereses de Washington es Brasil, la potencia que compite por la hegemonía con Estados Unidos en la región. Por territorio y por riquezas naturales, por población y potencia militar, Brasil es un objetivo estratégico de Estados Unidos. Baste citar un solo dato: Brasil produce sus propias armas, no las compra a Estados Unidos.Ante la agresión del gobierno colombiano al Ecuador se comienza a alinear en México una "opinión pública" que oscila entre la desinformación y el llano mercenarismo (Aguilar Camín, por ejemplo, una pluma al servicio de los paramilitares de Chiapas y de la derecha en México) que intenta meter en un mismo costal a todos los enemigos de Washington.La guerra nunca conviene a los pueblos, es más bien un recurso de los Estados opresores para resolver sus asuntos. Bush podría, mediante una guerra contra un país pequeño como Ecuador, por una parte, vender más armas y tecnología militar a Colombia. Además castigaría a los pueblos de América del Sur que han osado rebelarse e intentan darse gobiernos que no sean personeros de sus oligarquías locales y de Estados Unidos: Ecuador, Venezuela, Bolivia.En el terreno estadunidense, podría intentar usar la guerra como factor de cohesión de los ciudadanos contra un "enemigo común" en la coyuntura electoral, en la cual, sin este tipo de recursos los republicanos podrían perder la Casa Blanca.En México, ahora se reproduce la lógica de Colombia. Con el llamado "Plan Mérida" se copia la estrategia del Plan Colombia: Subordinar el ejército mexicano al mando militar de Estados Unidos. Además, la inyección de fuertes cantidades de dinero (950 millones de dólares, según Washington, publicó ayer La Jornada) para aviones, helicópteros, armas. Y el uso de una pantalla, "el combate al narcotráfico", para que las fuerzas armadas y los grupos de sicarios y paramilitares ataquen a toda posible resistencia, como ocurre ya en Chiapas con la Oppdic, respaldada militarmente por Fuerzas Especiales, los "Rambos" que Estados Unidos prepara en las artes de la guerra sucia contra sus propios pueblos.A propósito de la presencia de ciudadanos mexicanos, una de ellas herida, Lucía Andrea Morett Alvarez, en el lugar en Ecuador hasta donde fuerzas del ejército colombiano entraron para atacar a insurgentes de las FARC, se ha desatado en México una campaña de linchamiento contra la UNAM, contra colectivos y estudiantes, y un intento de hacer aparecer a todos en un mismo lugar común: el "terrorismo".A los Estados Unidos les encantaría poder incluir en su lista de "terroristas" al EZLN, una organización que no es una guerrilla, sino un movimiento social y político de miles de indígenas que tienen un brazo armado –"sociedad civil en armas", le llamaría Antonio García de León–, y que llevan más de 10 años haciendo una lucha civil y pacífica, sin usar las armas ni recurrir al secuestro ni a los petardos.En estos momentos, luchar por aislar el intento guerrerista contra el pueblo ecuatoriano, pueblo mayoritariamente indígena, digno y rebelde (al igual los aymaras y los mapuches de Chile, Argentina y Bolivia y el pueblo venezolano) es vital.Dice Sun Tzu que para la hacer la guerra es esencial el arte del engaño. Y eso están haciendo con su guerra psicológica los interesados en presentar como "terroristas" a quienes se oponen a sus políticas de destrucción de nuestros pueblos.Por ello es importante enfrentar a la mentira con información veraz sobre la historia de la lucha de nuestros pueblos, desde los pueblos indígenas y los ciudadanos dignos en Canadá y los Estados Unidos y los movimientos populares desde México hasta la Patagonia.Algunos sitios donde se puede saber de ellos son:http://www.adital.com.br/http://bolivia.indymedia.org/http://colombia.indymedia.org/http://www.lafogata.org/http://www.lainsignia.org/http://www.vientosdelsur.org/http://www.prensaindigena.org.mx/http://www.mapuexpress.net/Son solamente unos pocos de los muchos sitios en la red con información sobre el esfuerzo de los pueblos americanos por construirse un futuro. Esos pueblos merecen la paz, y no ser un mero "teatro de operaciones", en los que Estados Unidos intenta convertirlos con su Plan México y su Plan Mérida.Como dijera Efraín Huerta, hoy di mi firma por la paz.

jueves, 6 de marzo de 2008

Letra y Música

por: Eduardo Huchín

Los bibliómanos tenemos una desventaja sobre los melómanos: no podemos hacer compilaciones. O por lo menos, no podemos antologar placeres y regalarlos en paquetes prácticos, como los discos compactos. Una veintena de cuentos supone una carpeta de fotocopias que no cualquiera está dispuesto a subsidiar. Además, la música ha podido reproducir la fidelidad de una grabación a través de la tecnología: escuchamos discos quemados que suenan como los originales, pero hacer la copia exacta de un libro necesita de un arte que sólo los piratas han podido dominar. La principal prerrogativa que tiene la música es que puede compartirse. Las bocinas de 3 mil watts para la casa o el automóvil establecen de inicio una manera de aportar nuestra voz al concierto de los espacios privados que se vuelven públicos. En ese “lugar con parlantes” que pidiera Cerati, la demografía también duele en los oídos y no sólo en los moretones después de bajar del metro.
En las calles, los camiones, las cantinas, incluso la oficina, la música se ha convertido en el analgésico esencial para soportar la vida. A nadie extrañe que en este mundo regrabable, también recurramos al iPod para encontrar la soledad. Con los libros las cosas son un poco más complicadas. Como los bibliómanos somos seres más primitivos (o más sofisticados, según se vea) aún no superamos el sistema de trueques. Intercambiamos materiales originales con la preocupación puesta en la humedad de un cuarto ajeno. Nadie sabe cuánto tardará el amigo en leer el libro que le recomienda o si ese ejemplar volverá a su estante inicial (es mucho más fácil grabarle un CD y darlo por perdido). Tanto como emprender su escritura, compartir un libro necesita altas dosis de fe. Nada de compilar autores y regalarlos a los amigos, nada de leer mientras se conduce, nada de llenar estadios para sumergirse en una lectura. Los libros son una apuesta impráctica para el mundo de hoy y sin embargo todavía existimos quienes nos empeñamos en soñarlos, en leerlos, en hacerlos (en ese orden). La música vive al parecer su plenitud: incuestionable, omnipresente, asegurada su perdurabilidad (nadie ha profetizado “el fin de la música” aunque sí el “fin del libro”) se ha impuesto como una forma dictatorial del arte en nuestras vidas. Yo a veces por despecho, sólo por llevarle la contraria al mundo, leo en silencio o trabajo sin audífonos.
Quizás he sido injusto, he hablado de “libros” y no de “literatura”, que es como decir “discos” en lugar de “música”, pero incluso con esas precisiones, me parece que los libros siguen siendo el medio más eficaz de consumir la palabra escrita. Es cierto que en nuestro país sólo los bestsellers llegan a todos los aparadores y la Internet se ha vuelto indispensable para abatir las mezquindades del mercado editorial, pero principalmente por ese panorama, los libros son uno de esos placeres insanos que nadie sabe porqué sigue manteniendo. Ocupan tanto espacio en nuestros cuartos, son tan frágiles a la lluvia o al fuego, que sólo por eso –por recordarnos que hay goces estorbosos- no podemos librarnos de su presencia. La música en cambio, parece superar con rapidez todos los inconvenientes: ha pasado de las orquestas en vivo al vinilo, del cassete al CD, del archivo en la computadora al iPod. Sólo detrás la pornografía, a ninguna otra cosa ha beneficiado tanto el Internet como a la música. Y es quizás esa disponibilidad absoluta de las canciones la que ha provocado también una añoranza por los álbumes completos, por retornar a las dificultades de hallar un disco. Aún cuando todas las melodías del mundo pueden bajarse de la red, aún revisamos el área de CD’s del supermercado, los puestos de música pirata, en busca de carátulas de Pink Floyd, Queen o Los Ramones.Como instantáneas perdurables, las canciones no sólo transmiten el placer sino que con frecuencia hacen comunicable el dolor. En las letras tristes, sí, pero también en aquello que hace de la música una guía perdurable de emociones: su cercanía con la vida. Más allá de sus palabras, la música duele también en sus discos perdidos, en los conciertos cancelados, en un cover mal hecho (una canción también te traiciona cuando se va a otra boca). No gratuitamente la música es la parte más tenaz de la memoria. Recordar supone siempre el peligro de un sufrimiento escondido, de una escena amarga a la que llegamos por asociación. Con la música, la magdalena de Proust se vuelve democrática. He ahí su encanto: la música nos tiene a su merced porque es íntima y multitudinaria, porque es débil a las tentaciones del mercado y tiende a redimirse en discos raros. Crea generaciones al tiempo que ordena nuestra propia vida. Su mejor imagen es la de la compilación hecha en casa, porque en su secuencia de canciones (en su orden, en su selección) entraña una autobiografía y una Historia Universal. Reconozco que pertenecí a la generación que siempre tuvo un cassette disponible en su estéreo. Pendiente de la programación de la FM, oprimir el botón de “grabar” a tiempo necesitaba una destreza de la que pocos podían presumir. Yo no, por fortuna. Nunca pude identificar una canción desde el principio y mis grabaciones caseras dan cuenta de melodías cortadas o interrumpidas por la voz que anunciaba el nombre de la estación. Son antologías defectuosas, en lo que tienen de azar y de torpeza, pero sin duda alguna me resultan entrañables. Sobre todo en sus errores, mis cassettes me recuerdan cómo era la vida en el siglo pasado. Ahora todo es tan aséptico y los discos grabados suenan tan bien que uno se vuelve nostálgico, que es una forma de decir que uno se vuelve más viejo. Si tuviera 50 años sin duda extrañaría el ruido de la aguja sobre el vinilo, pero a los 28 no puedo sino añorar las dificultades que tuve para obtener música, que son las mismas que sigo teniendo ahora para obtener literatura. Quizás por eso es que, frente a la computadora, mientras bajo a Brian Setzer del Emule, escribo este artículo en que música y libros se mezclan sin muchos argumentos de por medio. Pero qué importa: vivimos tiempos de DJ’s donde Blondie cohabita con Camilo Sesto, donde es posible hacer una canción sobre “el temblor” con música de Soda Stereo y Chico Che. A contrarreloj y como en nuestras mejores compilaciones, hago este texto más con el estómago que con la cabeza.

martes, 4 de marzo de 2008

Jaime López, Arando al Aire

por: Alonso Arreola

Lo primero que se debe agradecer a este Malafacha, es que no viva ni se crea su propio personaje, disfraz que los mortales suelen poner a quienes ganan eternidad con su obra. Si así lo hiciera, si como tantos hoy en día se dedicara a sacarle brillo a su apellido en fatuas tertulias para la Relación Pública, se opacaría y reduciría su cancionero en la misma proporción que nuestra felicidad y que la posibilidad de conocer mundos, si no mejores, más intensos. Porque eso sí, Jaime López es un tipo intenso. Prolífico e intenso. Mucho muy intenso. Basta verlo sobre el tablado para entender que los motivos de su fuego no son maderas hacedoras de humo viejo sino troncos de combustible especie que no se cansan de formar nuevas, iridiscentes lenguas de voz quemadura.
Todo comenzó en Matamoros, Tamaulipas, hace cuarenta años. Allá en la tierra de Rigo Tovar, apenas cumplidos los trece de edad, Jaime atendió a una simple pregunta de su madre: "¿Quieres algo, voy a salir?" A lo que respondió holgazaneando desde una hamaca: "Sí, una guitarra por favor." El deseo fue cumplido sorpresivamente y, doce meses después, utilizado por vez primera a conciencia. Luego vendrían los cambios geográficos hasta la llegada a Ciudad de México en el año '69. A partir de entonces la vida del vate citadino fue la de conocer grupúsculos estéticos o ideológicos para luego abandonarlos y continuar, agorera e involuntariamente como él mismo acepta, en solitario.
Palabrista fronterizo más que crooner urbano, Jaime incomoda a quienes intentan clasificar su obra en plan estatutario. Bien lo dijo José Joaquín Blanco, en texto a propósito del cantautor: "El simplismo intelectual y las manías publicitarias o mercadotécnicas de la cultura mexicana soportan mal a los creadores prolíficos y polifacéticos. Toleran sólo a quienes saben hacer ligeramente una sola cosa. Se ve mal que un compositor además ejecute su música él mismo; que cante, que actúe peor aún si sus canciones tienen rango cultural o intelectual, y virtudes literarias."
A esto habría que agregar una precisión, en parte nacida en labios del susodicho López. Si los abismos atraen y la falta de comprensión de una obra es una especie de sumidero, habría que dejarse tragar por la ignorancia para entonces comenzar la escalada a un nivel mayor de… ¿lectura?, ¿comprensión?, ¿gozo? Desafortunadamente, la mayoría de los críticos que palabrean en los medios especializados mexicanos no han aprendido a confiar en la propia duda, sino que más bien la interpretan como una falta ajena. "Si no entiendo es que algo anda mal con esta música", parecen decir. "Oscura, abstracta, de culto o para iniciados", suelen etiquetar. De ahí el vacuo respeto que por algunos artistas se profesa, sean o no excepcionales, al amparo de un lavamanos que sólo hará juicios sin riesgo, ante lo ligero, lo simple.
Es así que muchos hablan de Jaime López como si sólo fuera un par de palabras-llave para el lucimiento propio. Lo usan como banca para mirar por encima de la barda conocida. Se lo avientan en las reuniones cual papa caliente y ponen cara de respeto obligado, como quien hace honores a la bandera de un país desconocido. Quienes poco lo han escuchado, todavía se sorprenden ante los múltiples resultados de una mente que va del bolero al punk pasando por la balada villaurrutiana o la ranchera piperra (por Piporro); y claro, mientras el cantautor resuena su guitarra o su armónica o su piano o su voz o su bajo a lo largo y ancho de la República, presentándose generalmente en pequeños bares que no reflejan el nivel de controversia que su figura alienta; mientras su imaginación sigue al margen de una fama siempre probable produciendo letras y melodías excepcionales, la bulla sigue y crece al son de "¿pero quién es Jaime López?", "el autor de la ‘Chilanga Banda’ de Café Tacuba", pero "¿cómo es eso posible?", "Sí, y también de ‘Sácalo’ de Cecilia Toussaint, y de ‘Corazón de cacto’ y de ‘Arando al aire’ y de frases legendarias como ‘no hay peor lucha que Lucha Villa’ o ‘haz patria, ama a un Chilango’ y así, de muchas cosas más que tanto nos conciernen".
Queden entonces como ejemplo de su humilde rebeldía y como invitación para asistir a la presentación de su nuevo disco Arando al aire (el próximo sábado 20 de enero en La Planta de Luz de Plaza Loreto), las líneas que este hombre común y extraordinario ha decidido utilizar cual biografía de batalla: "Jaime López nació en 1954, que es la tierra dispersa de la cual proviene. Ha criado algunos discos, uno que otro libro, pero sobre todo, animal de escenario al fin y al cabo, innumerables espectáculos en vivo y en directo a partir de sus canciones. Como autor, compositor, guitarrista y cantante, pueden llamarlo López, a secas... lo demás es ganancia, incluso los afectivos adjetivos."
Fuente: La Jornada.