Por: Alejandro Aldana Sellschopp.
Homero es el oráculo cultural de los griegos. Nos informa suficientemente de cómo percibieron el mundo los griegos del siglo VIII a.C. su ritualidad, religiosidad, las formas de obtener y privilegiar el areté las leemos en sus dos obras capítales: La Ilíada y La Odisea.
Herbig retoma estas obras pues en ellas se palpa un mundo en el que las cosas estaban llenas de dioses. Nos muestran una sociedad regida por una clase aristocrática, que es quien puede acceder a los acontecimientos heroicos y así lograr con su valor y muertes trágicas (La Ilíada), o por su astucia y prudencia (La Odisea), el reconocimiento de su pueblo. Mediante rapsodias y leyendas, Homero nos muestra el nacimiento del conocimiento en un pueblo que rige su vida y destino mediante la omnipotente presencia de los dioses olímpicos. Es importante señalar que ese mundo es el que precisamente preside la aparición de la filosofía de la naturaleza, en la que los pensadores comienzan a tratar de conocer los fenómenos mediante sus causas y efectos, dejando a un lado la horda de dioses y sus pasiones demasiado humanas. Si realizamos una nueva lectura de la obra de Homero y eliminamos todos sus elementos arcaicos veremos que los griegos conocían mediante sus circunstancias sociales y culturales.
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