martes, 15 de marzo de 2011

Hermenéutica y sus avatares


Los días terrenales

La hermenéutica y sus avatares

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Es importante comenzar nuestra reflexión sobre el concepto de hermenéutica y sus categorías, considerando que la hermenéutica tiene como elemento fundamental la deconstrucción, lo cual puede entenderse como sacar a la luz; es decir, existe un significado oculto que se debe mostrar con claridad, puede haber hermenéutica sólo en los casos que se presente un malentendido. La palabra hermenéutica significa interpretación, lo cual conlleva la comprensión de relaciones entre los elementos que participan en dicha interpretación, entiéndase un texto en sentido amplio, quien interpretado, el contexto en que se genera la interpretación, su historicidad, etc, etc.

Estamos pues frente a una tarea importante para la indagación de los significados de un texto, es por ello que el enfoque que en muchas ocasiones se toma es considerar a la hermenéutica desde su consideración de restauradora, es decir de los sentidos. Así tenemos que una de las discusiones más profundas que se han suscitado es con respecto a la universalidad de la hermenéutica. Encontramos que autores como Schleiermacher consideran que la hermenéutica no se restringe a una sola tradición, o la exégesis de los textos bíblicos o los de la filología clásica, por el contrario la hermenéutica busca satisfacer toda la complejidad del fenómeno de comprender. Es decir que la Hermenéutica tiene alcances universales sin circunscribirse a una tradición dada; su aplicación pasó de los textos bíblicos a convertirse un método que trata de comprender todas las manifestaciones del hombre. Pretende que las llamadas ciencias del espíritu tengan el mismo nivel de ciencia, generalidad, universalidad que las ciencias de la naturaleza.

A partir de esta consideración, se presenta la relación: la explicación, que es propia de las ciencias naturales, que se refiere a desentrañar los cómos y por qués de los fenómenos, y la comprensión de las ciencias del espíritu. La comprensión es el concepto clave en hermenéutica, donde se considera que si el lenguaje es susceptible de ser comprendido por otro ser humano, es por lo tanto, viable comprender a ese ser humano. Algunos autores como Gadamer sostiene que la interpretación se debe relacionar con los problemas actuales. Por ello Habermas opina que el hermeneuta debe tomar en consideración las circunstancias de enajenación y dominio institucional en el análisis.

Comprensión/explicación

Como hemos señalado al referirnos a la universalidad de la hermenéutica es importante saber que en su afán universalizador, la hermenéutica busca alejarse de las consideraciones meramente románticas, donde la búsqueda de lo oculto se basaba en conectarse con el alma creadora del emisor, en una relación idealista, casi metafísica; por el contrario la hermenéutica trata de superar dicha óptica y dotar a las ciencias del espíritu el mismo nivel de generalidad que las ciencias de la naturaleza. Así tenemos la relación: comprensión/explicación. La explicación corresponde a esa consideración científica, propia de las ciencias naturales, y la comprensión a las ciencias del espíritu, es decir aquellas que estudian al hombre. La relación es profunda y compleja, ya que el comprender implica tener cierto grado de intuición, que dista de un elemento puramente científico, verificable.

Sentido/significado

Para Ricoeur la opción por el sentido es el presupuesto más general de toda hermenéutica. Quiere decir que el quehacer de la hermenéutica necesariamente se refiere a una teoría del sentido, ya que cuando hacemos una interpretación, lo hacemos en referencia al sentido; para ello debemos tomar en consideración que ese sentido deviene de un puente, es decir del texto, es gracias y a través del texto que se realiza la interpretación, se realiza una doble acción: por un lado implica un desvelamiento, se saca a la luz un contenido, se despejan las dudas, se sustraen todos aquellos elementos que impiden una comprensión real del contenido, pero también se hace un trabajo de creación, se combinan los dos elementos; no se trata de una mera reproducción de un sentido dado, ni solamente creación, estamos frente a creación por el exceso de sentido, es decir, el texto dice más de lo que aparentemente muestra en su superficie, y esto obliga a realizar una interpretación más reflexiva y detallada.

Distancia:

El distanciamiento es un recurso que ocupa la hermenéutica para una mejor interpretación de los textos. Este distanciamiento se refiere a la experiencia de pertenencia, es decir, distanciarnos del tiempo en que se realizó la vivencia, con el objetivo de tener perspectiva que nos permita acercarnos de mejor manera al análisis que realizamos. Así, en hermenéutica es necesario distanciarnos de nuestra tradición, pasado, para significarla. En este sentido la relación entre la fenomenología y la hermenéutica es importante, sin embargo la hermenéutica no acepta la postura idealista de la fenomenología, la hermenéutica nos circunscribe, nos sitúa en nuestra limitación o finitud debido a nuestra pertenencia a una tradición. El hermeneuta, no es un ser extraterrenal que interpreta en un mundo de ideas puras, para nada, el hermeneuta es parte de un pasado, una tradición. El yo que se piensa a sí mismo es parte de una tradición, está encarnado, por ello es necesario que para que exista comprensión se den como puentes: textos, signos y símbolos. Así, pensarse así mismo, no es mera intuición, sino que el yo se encuentra, se reconoce, a través de esos símbolos, signos y textos.

Historicidad

El acto de comprender se realiza situándonos en la tradición, donde necesariamente se da una relación entre el pasado y el presente, ese acto no se circunscribe a una mera subjetividad pura, por el contrario, se determina desde la comunidad que nos une con la tradición, esa relación implica una continua formación, somos nosotros mismos en nuestra participación directa con la interpretación quienes damos sentido al acto mismo de interpretar, nosotros fungimos como elemento fundamental al comprender, al formar parte de la tradición, partiendo siempre de nosotros mismos. Esto se opera, ya que siempre pertenecemos a una tradición y es imposible dejar de pertenecer a una de ellas. Es por ello que se reduce o se evidencia nuestra finitud comprensiva. Mostrando también nuestra potencialidad, los prejuicios propios de nuestra pertenencia a una tradición, sirven como una orientación previa de nuestra capacidad de experiencia, entendiendo que en ocasiones dichos prejuicios se convierten también en un obstáculo para develar el sentido de un texto, por ello debemos ser muy cuidadoso con ellos, si bien no los desechamos a priori, sí estamos obligados a diferenciar de los prejuicios legítimos de los ilegítimos.

Juicio/prejuicio

Los prejuicios son orientadores en una etapa previa al juicio, son inerentes al hombre, ya que estos son dado por pertenecer a una determinada tradición, y no podemos dejar de pertenecer a una de ellas. Además nadie puede decir que no posee prejuicios, ya que esto equivaldría a sostener que no pertenece a una tradición, ni a un tiempo determinado, la finitud del hombre en su tradición lo dota de prejuicios, y eso es por que posee una historicidad.

Traición/tradiciones

En primer lugar debemos hablar de tradicionalidad que es una “trascendencia del pensamiento de la historia” (Etxeberría. 27), lo cual nos obliga a platearnos una relación dialéctica, que debe comprender la eficiencia del pasado que sufrimos y la recepción del pasado que interpretamos, es decir, el momento en que estamos realizando la interpretación y el pasado que interpretamos a través del texto. Por otro lado las tradiciones son “un conjunto de contenidos transmitidos que son proposiciones de sentido, expresadas preferentemente en situaciones textuales”, (Etxeberría.27). Es decir que las tradiciones son contenidos que se estructuran desde la pertenencia a una tradición, esos contenidos se transmiten mediante la participación de un texto que contiene símbolos o signos. Esa situación nos aporta la conciencia de que pertenecemos a una tradición y que de alguna manera somos herederos de ese cúmulo de contenidos, recordándonos que vivimos en un presente repleto de pasado.

Autonomía del texto:

Es importante señalar que cuando nos referimos a la autonomía del texto nos referimos principalmente al texto escrito, ya que en la expresión oral otras son sus circunstancias y elementos, coinciden la intencionalidad del hablante y lo que se dice, logrando el proceso de comunicación. En el texto escrito esto no se presenta en tal consonancia, se presenta dicha autonomía el ¿qué quiere decir eso?, es decir, el contenido que se quiere expresar se presenta como un agente autónomo, incluso de su propio autor, un texto puede tener muchas y variadas interpretaciones, según el número de lectores que se acerquen al texto, además de que las circunstancias en las que ese lector o lectores se acercan al texto también nos dará como resultado otro cúmulo de interpretaciones.

Mundo del texto/mundo del lector.

Cuando se separan las preguntas: ¿Qué quieres decir tú?, y ¿qué quiere decir eso? Estamos frente a un texto escrito, donde el ¿Qué quiere decir eso?, se convierte en un elemento autónomo, está autonomía nos abre las puertas de un mundo que el propio texto nos ofrece, lo que Gadamer llama “la cosa del texto” (Etxeberría. 31): Es muy importante entender que no se trata, como muchos piensan, en descubrir, develar lo que está detrás del texto lo que el autor quiso decir, eso pertenece al mundo del autor; más bien se trata es de “explicar el modo de ser-en-el-mundo desplegado delante del texto” (Etxeberría. 31). Las obras de arte son la materia preferente de la hermenéutica, precisamente por que su contenido se separa considerablemente de su autor, adquiriendo un alto grado de autonomía, distanciándose también del propio lenguaje cotidiano, es decir, que el artista toma como materia prima para la producción de su texto la realidad; pero no la plasta tal cual, sino que recurre a metamorfosear dicha realidad, separándose así el texto de él mismo.

Recepción/apropiación

La última característica de la hermenéutica es cuando hacemos nuestro el texto, si bien ya dijimos que el texto llega a platear el ¿Qué quiere decir eso?, separándose incluso de su autor, y abre las posibilidades de un mundo nuevo para el lector, éste termina por apropiarse el texto, lo hace suyo, aparece la subjetividad del lector, sus ideas, prejuicios, historicidad, etc, etc. El autor se apropia de “las proposiciones de mundo que el texto despliega” (Etxeberría. 32), no se trata, como casi siempre se piensa, ante la posibilidad de trasladarle nuestras opiniones, prejuicios, historia personal, sino que “nos expongamos ante él” (Etxeberría. 32). Se trata de leernos leyendo el texto, entrar a la lectura siendo unos, y terminar conociéndonos mejor.

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