Eraclio
Zepeda y la paramilitarización en Chiapas UNO
por:
Alejandro Aldana Sellschopp.
Para:
Luz y Emiliano
Eraclio
Zepeda es el mejor narrador que ha tenido Chiapas, desde muy joven
su talento literario se hizo patente, sus cuentos mostraban una
poderosa estructura dramática, sus personajes estaban más que vivos
y actuantes, su conocimiento del idioma castellano era un portento de
musicalidad, ritmo y precisión poética. Laco, como es conocido de
manera cariñosa, se convirtió en un escritor con gran presencia en
el medio intelectual mexicano. A la par de su maestría narrativa
desarrollo una interesante carrera política, militando siempre en el
pensamiento de izquierda, fue miembro del Partido Obrero Campesino,
perteneció al Comité Central y de la Comisión Política y
corresponsal en Moscú del órgano La Voz de México, del Partido
Comunista Mexicano, en fin un extenso activismo político como pocos
intelectuales mexicanos pueden presumir.
Hace
unos días, leyendo el número especial de la revista Proceso número
43, “20 Años después del alzamiento Zapatista”, me encontré
con la sorpresa de que Zepeda había concedido una entrevista a José
Gil Olmos, titulada: “Mañana van a desaparecer “. El escritor
cuenta cómo en los primeros días de la irrupción Zapatista, el
entonces candidato a la presidencia nacional, Luis Donaldo Colosio,
lo llamó para que encabezara una Comisión para la Paz, Zepeda
aceptó la encomienda de buena fe, interesado en que los
enfrentamientos cesaran y no se siguiera derramando más sangre.
Hasta ahí, podemos creer o no en las palabra de Zepeda, estar o no
de acuerdo con su postura.
El
asesinato de Colosio el 23 de marzo, pone fin a las labores de Zepeda
en la pacificación del conflicto armado. Al presentarse tiempos
electorales, Eraclio busca la senaduría por Chiapas por el PRD, en
ese tenor acompaña a Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la
presidencia de la república, a una reunión con el subcomandante
Marcos en La Realidad. En una charla en corto con Cárdenas, Eraclio
le dice: “Mira, este es un ejército para la televisión, es un
ejército para mostrarse, no para pelear”. En otro momento de la
entrevista Eraclio hace una aguda observación, propia de un narrador
de sus tamaños: “(Marcos) Traía su gorra, la capucha y las
cananas que curiosamente no tenían que ver con sus armas, era más
bien una presencia escenográfica”, hay que decir que Zepeda es un
gran conocedor de armas, él mismo fue combatiente en Cuba. Hasta
aquí nada que pueda extrañarnos, si bien podemos estar o no de
acuerdo con las opiniones del escritor.
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