miércoles, 9 de enero de 2008

Bajo la máscara de William Shakespeare DOS



Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

La vida de shakespeare es poco menos que un rosario de dudas, sortilegios, fábulas y pesadillas. La Shakespeare Oxford Society en su página de Internet publica algunas perlas de ese rosario de la oscuridad. ¿Cómo nacieron las dudas sobre la existencia de nuestro autor?, ¿en qué momento de la historia alguien detuvo la lectura de algún argumento teatral y se cuestionó su autenticidad?
Fue en 1728 cuando un hombre llamado capitán Goulding se dio a la tarea de investigar un poco más sobre la vida y obra de Shakespeare, sus descubrimientos realmente no fueron excepcionales; pero según él encuentra un argumento demoledor, y así lo asienta en su libro Ensayo en contra del exceso de lectura, en verdad así tituló a su ensayo. El capitán concluye que es imposible que un solo hombre fuese el autor de la obra completa atribuida a William, los conocimientos de geografía, lenguas, costumbres, historia, filosofía, eran de tan amplios imposibles. Y resuelve la situación afirmando que Shakespeare le pagó a “uno de esos historiadores calvos como socio particular […] pues, si no, se le hubiese agotado la historia”. Para darle mayor “verosimilitud” a su dicho apunta que lo escuchó decir a uno de los amigos íntimos de Shakespeare.
En 1785 se atribuyen por primera vez la autoría de Shakespeare a Francis Bacon, fue el reverendo James Wilmont, D.D; esta teoría crecerá con el tiempo a grado tal que para muchos es verdad.
La siguiente historia es de sumo absurda, estúpida; pero como toda tontería cuando es tan deliberada y sin claros artilugios uno comienza a dudar. Como todas las historias negras, oscuras, de enigmas y extraños pasadizos, esta también cuenta con muchos señuelos que a simple vista parecen burdos datos, infantiles trampas para principiantes.
Así las cosas, en 1786 aparece una especie de cuento que pretende develar cara información para descubrir al verdadero William Shakespeare, hablo de la historia del cerdo aprendido, se cree que la escribió un Oficial de la Marina Real, en la que el susodicho chancho acepta haber sido galgo, venado, oso y ser humano (claro que mediante la posesión de un cuerpo), ya siendo hombre, uno de sus empleos fue el de lacayo en un teatro en donde por aras del destino que todo lo planea a la perfección, conoció ni más ni menos que al “inmortal Shakespeare”, además aseguraba que Shakespeare “no huyó de su país por robar venados”, y la más atrevida declaración de aquel puerco “ni procreó las varias obras Hamlet, Otelo, Como gustes, La tempestad y El Sueño de una noche de verano”, y el puerquito valiente fue mucho más al proclamar a todos los vientos que el verdadero autor de aquellas obras maestras ¡era el propio cerdo!
La historia es absurda, sin embargo el sub-texto ofrece mayores datos, de un planteamiento serio, como casi todas las narraciones que de entrada parecen descaradamente tontas, esta también dicen más de lo que se escribe. En el texto la palabra Cerdo es una eferencia directa a Francis Bacon, Bacon significa en inglés Tocineta.
En 1892 se refuerza lo que han dado en llamar la teoría del grupo, se publica una lista de posibles conjurados para escribir la obra de Shakespeare, digamos que el nombre Shakespeare funcionó como una marca, una razón social, los “socios” serían: Christopher Marlowe, John Greene, John Peele, Thomas Nashe, Lodge, y adivinen quién, claro: Francis Bacon.
Como sabemos las opiniones de los grandes maestros, aún cuando se equivocan, tienden a construir el imaginario del mundo de las letras, Shakespeare no esta exento de dichos, ocurrencias, que adquieren el rango de certeza o verdad por quien lo dice, que por lo que dice.
A continuación señalaré sólo algunas “licencias” que han contribuido a generar la leyenda shakesperiana:
En principio he de apuntar que Borges se inventó su propio Shakespeare, y en algunos de sus ensayos llega a afirmar verdaderas mentiras sobre el celebre dramaturgo y poeta; sin embargo sobre el tema de Borges y Shakespeare lo abordaré en otra entrega.
En 1903 Henry James envía una, hoy celebre, carta a la señorita Vilete Hunt en la que asegura: “Me persiste un tanto la idea de que el divino William es el fraude más grande y de más éxito jamás cometido ante un mundo de enorme paciencia”.
El estadista británico John Bright: “Todo el que crea que William Shakespeare de Stratford escribió Hamlet o El Rey Lear es bobo”.
John Greenlief, poeta norteamericano: “Fuese o no Bacon quien escribió las maravillosas obras, estoy completamente seguro de que no fue ni pudo haber sido el individuo William Shakespeare”.
Es necesario agregar que todos los anteriormente mencionados creían que el verdadero autor era Francis Bacon, y a estos se suman: Coleridge, Emerson, Mark Twain, Otto von Bismarck.
Para 1922 se constituye una asociación que tiene como principal objetivo conocer quien es el o los verdaderos autores de la obra de Shakespeare. Esta sociedad de detectives librescos (casi unos detectives salvajes), se dan a la tarea de estudiar la época, publicaciones, notas periodísticas, y un largísimo etc.
La “hermandad” se denomina Shakespeare Fraternity, y algunos de los detectives salvajes son: George Greenwood, Looney, Abel Lefranc.
Y para reforzar los argumentos para RIPLEY:
En 1987 se organizó en Washington, D.C., un debate por televisión en vivo y en directo, el juicio se nombró Moot Court Debate. Para dotar de seriedad al asunto, la discusión es presidida por ¡tres jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos! El objetivo es esgrimir argumentos para esclarecer una pregunta: ¿Es Edward de Vere, conde de Oxford, autor de la obra de Shakespeare?
Los jueces Blackmun y Stevens votan por Shakespeare, según ellos por razones estrictamente legales, después afirman que Edward de Vere bien podría ser el autor de las obras de Shakespeare.
Esta historia continuará…

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