jueves, 23 de septiembre de 2010

La corte de los ilusos



Ante tanta fiesta bicentenaria nos hemos convertido en La corte de los ilusos

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

En estos días en los que el patrioterismo es el pan nuestro de cada día, es interesante regresar a ciertas obras que retoman de alguna manera algunos pasajes históricos importantes, hoy que se presenta en las pantallas de cine a un Hidalgo bonachón, y la sacrosanta televisa se empeña en vendernos una historia rica en caras bonitas y galanes marchitos por sus ínfimas posibilidades actorales, hoy que vivimos en una verdadera narcocracia, y el señor Felipe Calderón se rasga las vestiduras para convencernos que la guerra contra el narco es una guerra de todo el pueblo mexicano, precisamente en estos tiempos bicentenarios considero que es necesario regresar a ciertas novelas que recrean la historia de nuestro país.

Hace unas semanas me decidí a leer La corte de los ilusos de Rosa Beltrán, su lenguaje ágil y buena manufactura narrativa nos obliga a leerla de una sentada, como gustaba a E.A. Poe. SI se trata de una buena o mala novela eso lo dejo en manos del lector.

La corte de los ilusos se aparta de la consideraciones respecto a lo que debía ser una novela histórica en el siglo XIX, su forma de abordar la trama poco tiene del romanticismo de la época, nada o casi nada encontramos de la influencia de Walter Scott o las referencias de las crónicas coloniales; por el contrario, la novela se mueve por un discurso moderno, muy característico de la novela histórica de mediados del siglo XX.

Un elemento fundamental de la novela La corte de los ilusos es el entramado lingüístico, tiene algunos elementos de la novela realista del siglo XIX, sobre todo en el énfasis que se hace en los giros de lenguaje de la época, lo cual aporta mucha atmósfera narrativa al tejido narrativo, es decir, desde las palabras la autora nos facilita entrar a una época determinada, un espacio y un tiempo que está bastante lejano a nosotros. El lenguaje de la novela cuenta con refranes, pregones, palabras muy mexicanas, expresiones que se convierten en una verdadera forma de identidad del país y la época donde se desarrolla el argumento; así mismo sirve para otorgarle profundidad y carácter a la psicologías de los personajes.

Los personajes de La corte de los ilusos son en su mayoría históricos, sobre todo los personajes centrales, aquellos que hacen que la historia se transforme, con la ayuda de algunos personajes periféricos, de pura invención, que coadyuvan a que el argumento tenga un desarrollo lógico, verosímil.

La novela nos presenta a estos personajes sin ser tratados como héroes, si es que esa cualidad tiene lugar, por el contrario, dichos personajes son tratados desde una perspectiva humana, es decir los vemos enfrentándose a sus pasiones, las cuales de alguna manera son quienes los pierden. Hay un tono carnavalesco, donde reuniones, diálogos, y juergas transcurren en ambientes de mascarada, donde el narrador omnisciente en ocasiones se mofa de personajes e historia. Logrando con ello cierta desmitificación del Imperio encabezado por Agustín de Iturbide.

Según Menton (42) hay seis rasgos que caracterizan a la nueva novela histórica, para identificar una novela de tal subgénero, no es necesario que se reúnan todas las características, pero sí la mayoría. En la corte de los ilusos podemos encontrar las siguientes:

1.- La subordinación: En la novela de Rosa Beltrán leemos la crónica de una época, y basándose fundamentalmente en los diálogos se proyecta una forma de pensamiento, un marco teórico sobre la forma como los miembros del imperio veían el México de la época, y sobre todo nos muestra la forma de pensamiento de la burguesía de esos años.

2.- En la novela de Beltrán se recurre a la distorsión conciente de la historia (Menton 43), mediante omisiones y exageraciones; si bien, las exageraciones y omisiones son recursos para que la lógica de la novela se sostenga, en algunos capítulos observamos que la exageración llega al tono carnavalesco.

3.- Ficcionalización: Encontramos a los personajes realizando acciones, diálogos y encuentros en circunstancias especiales, extraordinarias, donde todo encuentra su perfecto lugar, logrando que todas estás formas sean verosímiles.

4.- Metaficción: En La corte de los ilusos encontramos muy poca metaficción, casi nula, circunscribiéndose a la novela histórica de mediados del siglo XX.

5.- Así mismo no encontramos a la intertextualidad como recurso narrativo.

El carácter carnavalesco a que se refiere Bajtín están retomados en la novela, las exageraciones humorísticas se presentan en varios pasajes, los personajes son presentados con un dejo de ironía, muy al estilo de Sócrates, la ironía como un discurso para entender mejor la realidad, en este caso, para conocer mejor la historia, aún cuando la finalidad de la novela no es pedagógica.

Un elemento básico de lo carnavalesco es la parodia, y en La corte de los ilusos encontramos la parodia con un gran sentido del humor, y lo paródico se compone desde el lenguaje, la manera de presentar los personajes y de crear cuadros dramáticos donde la situación nos lleva a la parodia.

Ante tanta fiesta bicentenaria, los mexicanos deberíamos buscar en la literatura un acercamiento menos idealizado de nuestra historia, para dejar de ser un poco por lo menos, la corte de los ilusos.

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