

Foro: Escritores esquizoides del siglo 21
Por: Alejandro Aldana Sellschopp.
Comencemos diciendo que a Mario Bellatin le importan un pepino las teorías literarias, sobre todo aquellas que pretenden decirnos cómo debe escribirse una novela.
Cada novelista encarna un arte poética que se materializa en el entramado de lenguaje, trama, personajes, etcétera, etcétera, quizá lo único que mantiene Bellatín en su ya amplia obra es la necesidad de comunicarse con el otro, ese otro al que observa a través de su ojo de cíclope narrador.
Bellatín comenzó a escribir a los diez años de edad, cuando decidió hacer un libro sobre perros, en ese mismo instante nació en él la culpa de ser escritor, en primer lugar por aparecer en casa como un testigo de las tareas familiares, un ente que registraba los actos de los otros, y en segundo lugar por entender que su tarea era la más inútil de todas las tareas que pudo haber elegido. Su familia, que no soportaba la idea de un niño espía en casa, trató de disuadirlo, generando el efecto contrario, Bellatín ahora escribía por rebeldía contra esos otros, en las letras se reafirmaba. Aquel libro sobre perros, que nunca fue publicado, constituyó el acercamiento de uno de los escritores más extraños entre los extraños, con la otredad.
He elegido su novela Salón de Belleza para reflexionar sobre esa relación con los otros a través de un análisis que parte de ciertas categorías hermenéuticas.
En Salón de Belleza el personaje principal, se encuentra frente a una dilema ético, aceptar o no a los huéspedes que ocupan mucho tiempo las camas. En medio de la pandemia y la tragedia que ella conlleva, el personaje encuentra una disyuntiva que pone en juego sus principios, ésos que lo llevaron a tratar de ayudar a los infectados. Él ha construido un entramado de reglas que ha prometido no romper; sin embargo, existen situaciones que lo obligan a romperlas, es decir, frente a un imperativo humanitario las reglas deben dejarse aún lado. Su carácter de verdad se hace relativo y es necesario buscar otras formas de acción que sean efectivas para conseguir los objetivos humanitarios. Es por ello que dicho personaje se encuentra en una crisis moral, donde se ponen en juego los principios y valores éticos. Él se debate entre la misericordia como elemento ético y la responsabilidad de cuidar a sus semejantes, sabe que existe un compromiso con el otro, y se entrega a éste aun cuando corre riesgo de contagio.
El carácter ético se presenta al preguntarse ¿Hasta dónde debe practicar sus propias leyes?, Él mismo las creo; pero la situación de crisis lo obliga a replantearse dichas leyes, entiende que la dignidad del enfermo está sobre sus propias normas, así que debe buscar la forma de resolver el problema práctico, aun cuando el verdadero debate es en el terreno de la ética. Él comenzó ayudando a los huéspedes por conmiseración, pero al paso de los días ese elemento moral se transformó en un imperativo categórico de la ética, ahora lo hace por compromiso con el otro.
La expresión estética se convierte en un estímulo ya que ello propicia el diálogo profundo con la obra misma, con nosotros mismos, descubriéndonos un rostro distinto al que creíamos tener, e invitándonos a re simbolizar nuestra realidad. Sitúa el problema, de una disyuntiva ética, al referirnos a verdades éticas, y nos preguntamos si aquellos sistemas rígidos como el de los imperativos categóricos de Kant, son efectivamente viables en la vida real, donde los fenómenos sociales esconden imprevistos éticos, que ponen en predicamento a los humanos frente a la otredad.
La novela tiene un alto contenido simbólico entendiendo que “ lo simbólico es la mediación del espíritu entre nosotros y lo real” (Etxeberría. 41), en éste caso los peces de la novela funcionan como símbolos, que significan mucho más de lo que literalmente se encuentra expresado, el símbolo pez tiene una estructura de significación en un sentido primario, directo, que además designa otro sentido.
En su estructura primaria son los peces en las peceras, la afición por los Guppys y Carpas Doradas, lleva al personaje a crearse un mundo a través de dichos especimenes; pero por una deformación de personalidad, se despoja de tal afición y la cambia inmediatamente por otra, llegando a comportarse de manera cruel, llegando a dejar de alimentar a los peces para que se coman unos a otros.
En su sentido indirecto, secundario, figurado, entendemos que los peces significan la humanidad, una humanidad circunscrita al tiempo-espacio del personaje, como si en un plano distinto de lectura, el personaje fuese una especie de dios que mantiene ese mundo acuático, peces y peceras, peces comportándose como seres humanos, queridos y odiados como humanos, el personaje nos ofrece una lectura de su relación con el mundo y la otredad mediante los peces, él ha arrojado algunos humanos, en el sentido simbólico, al escusado como lo ha realizado con los peces, muy probablemente se refiere en su primer plano de significación al pez madre; pero en otro plano se refiere muy probablemente a su propia madre.
El mito que vemos es la relación del hombre frente a la otredad y sus repercusiones, el mito funciona subordinado al símbolo, presentado formalmente como un relato.
El símbolo de los peces aparecen como un sentido primario, directo; pero al tener contacto con el relato, éste nos lleva a su sentido secundario, donde ya no sólo vemos a los peces viviendo en peceras extraordinarias, sino que además nos indica que hay un significado más profundo, los peces significan algo más, los seres humanos con sus características específicas, las cuales no se reducen a meros hábitos alimenticios, sino que se hace hincapié en sus costumbres, sus psicologías, temperamentos y reglas sociales. El personaje reconoce su difícil relación con los peces, los ama en un tiempo y los obliga a comerse unos a lo otro, en otro momento. Podría decir que los peces representan la vida metafísica de la sociedad, esos hombres y mujeres que se presentarán enfermos a las puertas del Salón de Belleza, el pez evolucionado como personaje en hombre o mujer contagiado, y el personaje se enfrenta a una nueva relación con ellos, ahora los cuida como los cuidó en las peceras; pero no los abandona a la enfermedad, ni hace que se devoren entre ellos, la otredad reaparece en un plano diferente de significación, el símbolo esta frente a su significado en un plano distinto.
El símbolo aparece muy bien integrado al relato, lo cual configura el mito representado en su carácter dramático, los peces cumplen una función simbólica dentro del tejido narrativo, pero también se significan en su carácter de mito, es decir, otorga de sentido de lo que el autor quiere expresar mediante el relato. El autor elige certeramente el mundo de los peces para simbolizar a la sociedad con sus dramas morales, éticos y metafísicos, y en su estructura mítica presenta al personaje como un hombre ejemplar, el “universal concreto de la experiencia humana”, (Etxcheberría. 45). Los peces y su mundo, en su sentido primario, nos remite a otro sentido, donde podemos descubrir la relación con los hombres y mujeres y su mundo, así como la relación de ellos con el personaje. Bellatin escoge el recurso de simbolizar a la humanidad con loa peces y después reencontrarse con los peces muertos y tirados al escusado, convertidos en seres humanos enfermos. El autor sabe muy bien que al usar un símbolo como el pez, que tiene muchas connotaciones bíblicas, el lector no bloquearía su inteligencia, sino por el contrario el símbolo lo provocaría, despertando su interés por indagar en el verdadero significado del relato.
El paralelismo entre los humanos enfermos y la vida de los peces detona en el lector un cúmulo de prejuicios, en muchas ocasiones cuando habla de los unos parece que se refiere a los otros y viceversa. Los prejuicios los englobo en tres: ¿Qué enfermedad enfrentan?, ¿Cuál es la relación verdadera entre peces y humanos? Y ¿Qué mueve al personaje a cuidar a los moribundos? En principio uno puede pensar que se trata del SIDA, al relacionar la actividad del personaje “estilista”, en su salón de belleza, con su preferencia sexual: homosexual.
Estos prejuicios influyen la precomprensión, ya que a partir de esas concepciones, el universo del texto se adapta esa experiencia, es por ello que “la tarea consiste en deshacer los prejuicios, que subyacen en la conciencia estética, en la conciencia histórica y en la conciencia hermenéutica restringida a una técnica de evitación de los malentendidos y superar las enajenaciones existentes en ellos”. (Gadamer.217).
El círculo hermenéutico se presenta como una primera fase de acercamiento al texto, donde es la primigenia situación de la comprensión, prevalecen mis prejuicios más que mis juicios, elementos cognitivos que permiten comenzar la interpretación, gracias a esos prejuicios, se detonó mi necesidad de saber más de lo que literalmente me dice el texto.
El circulo incide al conectar una serie de elementos que desencadenan los propios prejuicios, cuando estamos frente al texto se desarrolla una conectividad con todo aquello que forma parte de la tradición a la que pertenecemos, nuestros prejuicios, mitos, historias etc, se activan y se reinterpretan en el texto, estamos al mismo tiempo ante el pasado que estamos interpretando (el del tiempo narrativo), y el presente interpretante (el momento de leer). El párrafo me vincula a otras lectura: Kafka, Borges, Pirandello, a un mundo regido por la lógica del absurdo.
La comprensión del texto que realicé se encontraba inmersa en su historicidad, no fue una experiencia pura, que se aleje de los factores que me rodean al momento de realizar la comprensión, por el contrario, participaron todos lo elementos propios de mi tradición y la temporalidad en la que realice la lectura, participaron tanto el pasado como el presente en ese momento; en un primer momento creí que se trataba del SIDA, sobretodo por la influencia de la información que tenemos en los últimos diez años sobre el tema; pero posteriormente creí que se trataba de una enfermedad moral, una enfermedad de la humanidad, la perdida de su identidad.
La novela Desde el punto de vista textual aporta elementos de significación interesantes, sin duda compromete al lector a realizar una lectura detenida y cuidadosa, en su nivel de texto, sin ir al subtexto, nos encontramos con un contenido que conduce a las disquisiciones morales y éticas del personaje frente a la otredad, cómo el ser humano se enfrenta a una situación límite y cómo su propia conducta tiende a sufrir cambios inesperados:“Tengo que regentar este Moridero. Debo darles una cama y un plato de sopa a las víctimas en cuyos cuerpos la enfermedad ya se ha desarrollado. Y lo tengo que hacer yo solo”. (Bellatin,1995:10). El personaje comienza teniendo una actitud deshumanizada con respecto a sus peces y los seres humanos, posteriormente su marco ético se transforma y las circunstancias lo conducen a comprometerse a la ayuda de los infectados.
El texto nos presenta un mundo deshumanizado, una realidad en la que el ser humano se reduce a cosas, entes, que por la enfermedad se encuentran en una verdadera situación de vulnerabilidad, este mundo gris y lleno de desesperanza nos muestra como un individuo que con anterioridad era deshumanizado, y que conducía su vida por los caminos de la diversión:“Para lo que tampoco tengo fuerza es para salir a buscar hombres en la noche. Ni siquiera en verano, cuando no es tan malo tener que vestirse y desvestirse en los jardines de las casas cercanas a los puntos de contacto que se establecen en las grandes avenidas”,(Bellatín,1995:9), se transforma para ayudar a los demás.
El texto nos plantea en su primer grado de significación una historia hasta cierto punto sencilla y simple, que conforme se desarrolla se va complejizando, el autor problematiza la trama con la inclusión de situaciones límite que obligan al personaje a transformar su propio mundo en la medida que el mundo exterior también se transforma, hasta en un mundo sin esperanzas surge una intención de ayuda, una llama pequeña de esperanza.
El texto dice mucho y al potenciar los prejuicios, sin transferir automáticamente nuestros propios prejuicios, pero sí ampliando nuestra visión de la realidad a través del texto, sin duda nos encontramos en la dicotomía ética del personaje, su necesidad de ser útil a la sociedad, más allá de sus propias reglas, previamente establecidas, así mismo su concepto de verdad se transforma y entiende que dicho concepto acepta modificaciones y puede transformarse.
Temas como “Mátenme porque me muero”, “No dejes que” y la “Negra tomasa” fueron interpretados por el grupo de rock que puso a bailar y a corear al público cada una de sus canciones.
Ciudad de México.- Con un escenario principal prácticamente lleno en el VL11 miles de personas quedaron extasiadas al presenciar una de las reuniones musicales más importantes en los últimos tiempos en el rock mundial y mexicano: el reencuentro de Caifanes.
Desde el comienzo la banda prendió al público con la rola “será por eso” en la cual, Alex Marcovich, Saúl Hernández, Alfonso André, Diego Herrera y Sabo Romo demostraban su talento para dejar coreando al público como parte del comienzo de una presentación inolvidable.
“Mátenme porque me muero”, “Viento” y “Antes que nos Olviden”, fueron las primeras rolas del grupo, las cuales prendieron los ánimos cada vez más en el recinto, donde los asistentes se iban juntando para poder ver de cerca a sus ídolos, mientras que los músicos seguían explotando sus cualidades con diversos juegos musicales entre acompañamientos e intercambio de ritmos.
Saúl Hernández comenzó su monólogo frente al público con un sincero y poderoso “Raza: Caifanes a tus pies”, palabras que hicieron gritar de alegría a los espectadores que a pesar de haber resistido un intenso sol por la tarde y de haber brincado y bailado con otras bandas del Vive Latino continuaban firmes y animados con el broche de oro en la jornada del sábado en este festival musical.
“Dioses ocultos” y “Detrás de ti” resonaron en el Foro Sol, mientras que “Nubes” y “Piedra” hicieron bailar al público, entre el cual estaban artistas que también se habían presentado en el Vive, y muchos denominaron un “honor” tocar en el mismo cartel de Caifanes como: San Pascualito Rey, Natalia Lafourcade, Jarabedepalo, Enanitos Verdes, entre otros.
Saúl, a nombre de Caifanes no perdió la oportunidad para brindar solidaridad por el fallecimiento de Rita Guerrero, a quien calificó de “Hermana guerrera que nos enseñó el camino de la luz y resistencia, la valorización de artes de un México que nunca olvidó” y de Eugenio Toussaint a quien denominó como “Baluarte en la estructura musical del país”
En una tercera instancia, Saúl tampoco dejó atrás un llamado al presidente Felipe Calderón para que haga justicia con los muertos y muertas del país.
“Señor Presidente, para pedirle que le haga justicia a nuestros muertos así como se le dio todo su poder a un agente americano… pedimos señor Presidente paz para los mexicanos, dios te bendiga”, expresó el vocalista.
El show continuó con el tema “ayer me dijo un ave”, y en su momento Saúl Hernández agradeció al público en general por su asistencia a pesar de que esperaron desde la tarde.
El escenario se volvió a prender cuando comenzaron los primeros riffs de la rola “Aquí no es así” que hizo al público moverse al ritmo de la música.
Divertidos, los de Caifanes siguieron con rolas como “Miedo”, “Afuera” y “Nos vamos juntos” que transmitieron esa intensidad hacia su público el cual, fiel a ellos, no dejó de corear y saltar así como de brindar mucho entusiasmo.
Al final, menos de una tercera parte se marchó para alcanzar el transporte público, mientras que el resto de los asistentes pudo disfrutar de las rolas más conocidas del grupo como: “Célula que explota”, tema donde hubo intercambio de lira eléctrica a acústica, “No dejes que” que fue la más coreada y “La negra tomasa” que hizo de la explanada un salón de baile.
Caifanes dejó una memorable presentación que se resguarda con su trayectoria, talento y gran empatía con la idiosincrasia y cultura mexicana.
Los días terrenales
La hermenéutica y sus avatares
Por: Alejandro Aldana Sellschopp.
Es importante comenzar nuestra reflexión sobre el concepto de hermenéutica y sus categorías, considerando que la hermenéutica tiene como elemento fundamental la deconstrucción, lo cual puede entenderse como sacar a la luz; es decir, existe un significado oculto que se debe mostrar con claridad, puede haber hermenéutica sólo en los casos que se presente un malentendido. La palabra hermenéutica significa interpretación, lo cual conlleva la comprensión de relaciones entre los elementos que participan en dicha interpretación, entiéndase un texto en sentido amplio, quien interpretado, el contexto en que se genera la interpretación, su historicidad, etc, etc.
Estamos pues frente a una tarea importante para la indagación de los significados de un texto, es por ello que el enfoque que en muchas ocasiones se toma es considerar a la hermenéutica desde su consideración de restauradora, es decir de los sentidos. Así tenemos que una de las discusiones más profundas que se han suscitado es con respecto a la universalidad de la hermenéutica. Encontramos que autores como Schleiermacher consideran que la hermenéutica no se restringe a una sola tradición, o la exégesis de los textos bíblicos o los de la filología clásica, por el contrario la hermenéutica busca satisfacer toda la complejidad del fenómeno de comprender. Es decir que la Hermenéutica tiene alcances universales sin circunscribirse a una tradición dada; su aplicación pasó de los textos bíblicos a convertirse un método que trata de comprender todas las manifestaciones del hombre. Pretende que las llamadas ciencias del espíritu tengan el mismo nivel de ciencia, generalidad, universalidad que las ciencias de la naturaleza.
A partir de esta consideración, se presenta la relación: la explicación, que es propia de las ciencias naturales, que se refiere a desentrañar los cómos y por qués de los fenómenos, y la comprensión de las ciencias del espíritu. La comprensión es el concepto clave en hermenéutica, donde se considera que si el lenguaje es susceptible de ser comprendido por otro ser humano, es por lo tanto, viable comprender a ese ser humano. Algunos autores como Gadamer sostiene que la interpretación se debe relacionar con los problemas actuales. Por ello Habermas opina que el hermeneuta debe tomar en consideración las circunstancias de enajenación y dominio institucional en el análisis.
Comprensión/explicación
Como hemos señalado al referirnos a la universalidad de la hermenéutica es importante saber que en su afán universalizador, la hermenéutica busca alejarse de las consideraciones meramente románticas, donde la búsqueda de lo oculto se basaba en conectarse con el alma creadora del emisor, en una relación idealista, casi metafísica; por el contrario la hermenéutica trata de superar dicha óptica y dotar a las ciencias del espíritu el mismo nivel de generalidad que las ciencias de la naturaleza. Así tenemos la relación: comprensión/explicación. La explicación corresponde a esa consideración científica, propia de las ciencias naturales, y la comprensión a las ciencias del espíritu, es decir aquellas que estudian al hombre. La relación es profunda y compleja, ya que el comprender implica tener cierto grado de intuición, que dista de un elemento puramente científico, verificable.
Sentido/significado
Para Ricoeur la opción por el sentido es el presupuesto más general de toda hermenéutica. Quiere decir que el quehacer de la hermenéutica necesariamente se refiere a una teoría del sentido, ya que cuando hacemos una interpretación, lo hacemos en referencia al sentido; para ello debemos tomar en consideración que ese sentido deviene de un puente, es decir del texto, es gracias y a través del texto que se realiza la interpretación, se realiza una doble acción: por un lado implica un desvelamiento, se saca a la luz un contenido, se despejan las dudas, se sustraen todos aquellos elementos que impiden una comprensión real del contenido, pero también se hace un trabajo de creación, se combinan los dos elementos; no se trata de una mera reproducción de un sentido dado, ni solamente creación, estamos frente a creación por el exceso de sentido, es decir, el texto dice más de lo que aparentemente muestra en su superficie, y esto obliga a realizar una interpretación más reflexiva y detallada.
Distancia:
El distanciamiento es un recurso que ocupa la hermenéutica para una mejor interpretación de los textos. Este distanciamiento se refiere a la experiencia de pertenencia, es decir, distanciarnos del tiempo en que se realizó la vivencia, con el objetivo de tener perspectiva que nos permita acercarnos de mejor manera al análisis que realizamos. Así, en hermenéutica es necesario distanciarnos de nuestra tradición, pasado, para significarla. En este sentido la relación entre la fenomenología y la hermenéutica es importante, sin embargo la hermenéutica no acepta la postura idealista de la fenomenología, la hermenéutica nos circunscribe, nos sitúa en nuestra limitación o finitud debido a nuestra pertenencia a una tradición. El hermeneuta, no es un ser extraterrenal que interpreta en un mundo de ideas puras, para nada, el hermeneuta es parte de un pasado, una tradición. El yo que se piensa a sí mismo es parte de una tradición, está encarnado, por ello es necesario que para que exista comprensión se den como puentes: textos, signos y símbolos. Así, pensarse así mismo, no es mera intuición, sino que el yo se encuentra, se reconoce, a través de esos símbolos, signos y textos.
Historicidad
El acto de comprender se realiza situándonos en la tradición, donde necesariamente se da una relación entre el pasado y el presente, ese acto no se circunscribe a una mera subjetividad pura, por el contrario, se determina desde la comunidad que nos une con la tradición, esa relación implica una continua formación, somos nosotros mismos en nuestra participación directa con la interpretación quienes damos sentido al acto mismo de interpretar, nosotros fungimos como elemento fundamental al comprender, al formar parte de la tradición, partiendo siempre de nosotros mismos. Esto se opera, ya que siempre pertenecemos a una tradición y es imposible dejar de pertenecer a una de ellas. Es por ello que se reduce o se evidencia nuestra finitud comprensiva. Mostrando también nuestra potencialidad, los prejuicios propios de nuestra pertenencia a una tradición, sirven como una orientación previa de nuestra capacidad de experiencia, entendiendo que en ocasiones dichos prejuicios se convierten también en un obstáculo para develar el sentido de un texto, por ello debemos ser muy cuidadoso con ellos, si bien no los desechamos a priori, sí estamos obligados a diferenciar de los prejuicios legítimos de los ilegítimos.
Juicio/prejuicio
Los prejuicios son orientadores en una etapa previa al juicio, son inerentes al hombre, ya que estos son dado por pertenecer a una determinada tradición, y no podemos dejar de pertenecer a una de ellas. Además nadie puede decir que no posee prejuicios, ya que esto equivaldría a sostener que no pertenece a una tradición, ni a un tiempo determinado, la finitud del hombre en su tradición lo dota de prejuicios, y eso es por que posee una historicidad.
Traición/tradiciones
En primer lugar debemos hablar de tradicionalidad que es una “trascendencia del pensamiento de la historia” (Etxeberría. 27), lo cual nos obliga a platearnos una relación dialéctica, que debe comprender la eficiencia del pasado que sufrimos y la recepción del pasado que interpretamos, es decir, el momento en que estamos realizando la interpretación y el pasado que interpretamos a través del texto. Por otro lado las tradiciones son “un conjunto de contenidos transmitidos que son proposiciones de sentido, expresadas preferentemente en situaciones textuales”, (Etxeberría.27). Es decir que las tradiciones son contenidos que se estructuran desde la pertenencia a una tradición, esos contenidos se transmiten mediante la participación de un texto que contiene símbolos o signos. Esa situación nos aporta la conciencia de que pertenecemos a una tradición y que de alguna manera somos herederos de ese cúmulo de contenidos, recordándonos que vivimos en un presente repleto de pasado.
Autonomía del texto:
Es importante señalar que cuando nos referimos a la autonomía del texto nos referimos principalmente al texto escrito, ya que en la expresión oral otras son sus circunstancias y elementos, coinciden la intencionalidad del hablante y lo que se dice, logrando el proceso de comunicación. En el texto escrito esto no se presenta en tal consonancia, se presenta dicha autonomía el ¿qué quiere decir eso?, es decir, el contenido que se quiere expresar se presenta como un agente autónomo, incluso de su propio autor, un texto puede tener muchas y variadas interpretaciones, según el número de lectores que se acerquen al texto, además de que las circunstancias en las que ese lector o lectores se acercan al texto también nos dará como resultado otro cúmulo de interpretaciones.
Mundo del texto/mundo del lector.
Cuando se separan las preguntas: ¿Qué quieres decir tú?, y ¿qué quiere decir eso? Estamos frente a un texto escrito, donde el ¿Qué quiere decir eso?, se convierte en un elemento autónomo, está autonomía nos abre las puertas de un mundo que el propio texto nos ofrece, lo que Gadamer llama “la cosa del texto” (Etxeberría. 31): Es muy importante entender que no se trata, como muchos piensan, en descubrir, develar lo que está detrás del texto lo que el autor quiso decir, eso pertenece al mundo del autor; más bien se trata es de “explicar el modo de ser-en-el-mundo desplegado delante del texto” (Etxeberría. 31). Las obras de arte son la materia preferente de la hermenéutica, precisamente por que su contenido se separa considerablemente de su autor, adquiriendo un alto grado de autonomía, distanciándose también del propio lenguaje cotidiano, es decir, que el artista toma como materia prima para la producción de su texto la realidad; pero no la plasta tal cual, sino que recurre a metamorfosear dicha realidad, separándose así el texto de él mismo.
Recepción/apropiación
La última característica de la hermenéutica es cuando hacemos nuestro el texto, si bien ya dijimos que el texto llega a platear el ¿Qué quiere decir eso?, separándose incluso de su autor, y abre las posibilidades de un mundo nuevo para el lector, éste termina por apropiarse el texto, lo hace suyo, aparece la subjetividad del lector, sus ideas, prejuicios, historicidad, etc, etc. El autor se apropia de “las proposiciones de mundo que el texto despliega” (Etxeberría. 32), no se trata, como casi siempre se piensa, ante la posibilidad de trasladarle nuestras opiniones, prejuicios, historia personal, sino que “nos expongamos ante él” (Etxeberría. 32). Se trata de leernos leyendo el texto, entrar a la lectura siendo unos, y terminar conociéndonos mejor.
Breve reflexión sobre la narrativa “indígena” de Chiapas
Mikel Ruiz
Hacia 1950 en Chiapas hubo un período conocido como el “Ciclo de Chiapas”. En este período un grupo de escritores, la mayoría de ellos antropólogos, publicaron libros con personajes indígenas, problemas comunitarios, historias de rebeldía. De ellos, Rosarios Castellanos escribió Oficio de Tinieblas y Ciudad Real, novela y cuentos en donde figuran personajes de Chamula, sumergidos en problemas religiosos y sociales, narrados con lenguaje coloquial y poético, estructura clásica en cuanto a literatura occidental se refiere. El ambiente social que se vive en estas obras son tensas, de lucha y sobrevivencia ante un mundo mestizo dominante.
Bruno Traven escribió La rebelión de los colgados en donde un chamula enfrenta a finqueros tiranos, sin compasión de los indígenas, que los tratan como animales en la selva del Soconusco. Se ve un ambiente social de opresión, de poder por parte de los mestizos; y revolucionaria, una condición de pobreza, de ignorantes por parte de los indígenas. El callado dolor de los tzotziles, una novela corta escrita por Ramón Rubín, expone la vida de otro chamula que se antepone ideológicamente con su propia gente al volver de una ciudad y haberse apropiado de prácticas comunes como matar borregos para consumo humano, contrario que su gente; el borrego es un animal sagrado, de familia, y consumirlo sería una antropofagia.
El tema que trata Ramón Rubín es algo especial en el sentido en que el personaje se envuelve problemáticamente con su propia gente, no así Juan Pérez Jolote de Ricardo Pozas. A excepción de esta obra, aunque está narrada en primera persona por un chamula, se ha dicho que no es una obra literaria, no cumple con las características principales ni de una novela, como lo es en planteamiento del problema, recurso estético. Como escritores indigenistas, y provenientes de otras partes del país, a excepción de Castellanos, su condición de antropólogos, Pozas registra en forma narrada tal y como habría sido la entrevista con el propio personaje, una historia aventurada, lineal, hacia el mundo mestizo, sin pretensiones literarias como se dijo arriba. Bien, otro escritor que perteneció a los “indigenistas” y chiapaneco es Eraclio Zepeda, uno de sus libros más importantes con una calidad literaria espectacular es Benzulul, un libro de cuentos con personajes y ambiente fantásticos, en donde la condición sobrenatural de los hombres perviven para enfrentar un problema social.
Lo que se observa en estos escritores es que con su capacidad y conocimientos de la literatura aprovechan el universo chiapaneco de problemas sociales, religiosos, políticos y agrario que nadie había tratado. Encontraron un terreno fértil: historias y vidas desastrosas tanto mágicas, complejas como interesantes. Otra característica importante que les permitió conocer problemas y temas para plasmar en libros con técnicas literarias es el trabajo de investigación en que ellos estaban inmersos. Y esto es principalmente lo fundamental para nutrir y hacer verosímil una novela, un cuento. Trabajo que en muchos escritos actuales no se refleja: investigación. Para dar paso a lo que actualmente se conoce y por lo que se dio una llamada literatura “indígena”, los indigenistas lograron conocer historias gracias a la mediación de informantes, hablantes en diferentes idiomas de Chiapas, pero también conocedores del castellano. Estos informantes con el tiempo se apropiaron de las historias que conocían de sus pueblos y comenzaron a registrarlas con su propio nombre, gracias también a las instituciones que promovían el registro de historias en lenguas originarias de Chiapas tanto a nivel nacional como estatal.
Con toda decadencia de estilos, de riqueza en el lenguaje, de conocimientos de técnicas y teoría literarias, no hace más de una década que se comenzó a hablar de una literatura indígena. El tema principal que se encuentra en esta literatura o bien “oralitura” es la tradición oral: mitos, fábulas y leyendas. La mayoría de ellas publicadas en libros y en revistas describen las historias, o bien, sin más técnicas que la transcripción como se ha investigado en las diferentes comunidades de los Altos de Chiapas. Libros al respecto están Chamula: un pueblo tzotzil y Muk’ulil San Juan: Cuentos y cantos de Chamula del investigador Enrique Pérez López, ambos publicados por instituciones educativas y centros de investigación. En su contenido se percibe una función educativa y moral para comunicar el buen comportamiento ante la sociedad así como la bondad hacia los dioses regidores del bien y del mal. De ahí que
El Centro Estatal de Lenguas Arte y Literatura Indígenas ha impulsado la escritura en lenguas originarias a través de diferentes certámenes en los que han aparecido varios volúmenes de libros bajo el título Y el bolom dice..., pero en ninguno se encuentran cuentos que cumplan occidentalmente las reglas básicas para ser un texto literario, quedan a nivel de relatos, no hay cuidados de estructuras, lenguajes, que finalmente, la característica de las convocatorias era la recuperación de historias en las comunidades indígenas. A excepción del último libro de antología de cuentos bajo el título de Venimos a este lugar, se encuentran intentos de nuevas técnicas literarias pero sobresalen otros problemas, esto es de la escritura en lenguas maternas, la mayoría de los textos nada más pueden comprenderse en español, las de lenguas originarias se vuelven difíciles en su lectura no porque hayan nuevas propuestas de escritura sino un descuido total en su uso.
La Unidad de Escritores Mayas Zoques A.C., también ha hecho lo suyo con libros como Corazones Unidos/Pensamientos Distintos en publicación colectiva, poesía y narrativa. La mayoría de los textos que aparecen en él son trabajos de escritores que apenas iniciaban el camino de la literatura, y que reúne diferentes lenguas de los Altos de Chiapas. No hay ningún trabajo maduro en el sentido de una preocupación por una literatura propia, más bien, son ejemplos de cursos y talleres en el que han participado los escritores que figuran en el libro, porque incluso, muchos de ellos ya no siguieron el curso de la literatura, o el trabajo de la creación literaria.
Otra institución que ha emprendido un paso en la producción de textos que recuperan relatos de la tradición oral es Sna Jtz’ibajom, ejemplo de ello es el libro Lo’il ta bats’i k’op (Relatos tsotsiles) que reúne historias bilingües tsotsil-español, principalmente de escritores como Juan Benito de la Torre y María Rosenda de la Cruz Vázquez, y como bien dice el título del libro, no quedan más que en relatos sin manejos adecuados de discursos literarios; lenguaje descuidado, incoherencia en la narración, frases largas, lenguaje común.
Otros escritores que laboran en Sna Jtz’ibajom han publicado libros colectivos en colaboración con el Centro Estatal de Lenguas Arte y Literatura Indígenas, en la colección Ts’ib-Jaye: Textos de los pueblos originarios, son Socorro Gómez Hernández y José Leopoldo Hernández Hernández en el libro Vo’ne lo’iletik xchi’uk ch’iel k’opojel ta slumal Chamo’ (Relatos y vivencias de Chamula). Asimismo, el libro Bats’i jch’iel jk’opojel xchi’uk svayijelik (La verdadera humanidad y sus naguales) por Juan Benito de la Torre y María Rosenda de la Cruz Vázquez, que de igual manera recuperan relatos de tradición oral.
En este tono la UNAM, por el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste, ha editado títulos como El Sombrerón (Jsemet Pixol) de Mariano López Calixto Méndez, en forma bilingüe tsotsil-español, y El Negrito Cimarrón (Ya’yejal J-ik’al) de Antonio Gómez Gómez, igualmente en tsotsil-español. El contenido de los libros citados son versiones que la gente cuenta, sólo buscan registrar cansadamente las historias, ampliadas por ellos, con la misma forma y estructura que los demás manejan, a excepción del notorio cuidado en la escritura tsotsil.
Ahora, otros autores que han intentado introducir técnicas literarias occidentales forman parte de una generación de escritores, tanto poetas y narradores, que sufrieron literalmente un cambio en la forma de ver del mundo, de la realidad en que viven los indígenas y, específicamente, esta transición se dio a efecto del movimiento armado del EZLN del 94. Ya en 1999 aparece el libro Palabra conjurada (Cinco voces, cinco cantos) que reúne a cinco escritores que escriben en tsotsil y tseltal, principalmente, con la traducción al español de los textos por los mismos escritores. Ellos denotan en sus textos técnicas y estilos clásicos usados en occidente, tanto en poesía y narrativa. Posteriormente, bajo el sello de Ediciones de el animal, aparecieron libros como La aurora lacandona y Todo cambió de Josías López. Estos libros recrean historias de tradición oral con nuevos estilos que nadie había utilizado, tales como el manejo de voces narrativas, un lenguaje poético, cuidado de la historia y mejores estructuras que permiten una nueva forma de leer la literatura en lenguas indígenas.
La última muerte, único libro de cuentos de Nicolás Huet Bautista, muestra las mismas características en el manejo de estilos narrativos occidentales, como la estructura clásica (lineal) y el flash back, mayor limpieza en la narración, lenguaje poético, la intensidad y tensión en los discursos narrativos. Y sin embargo, la narrativa en lenguas originarias hasta ahí se ha quedado, no ha habido ninguna ruptura en el planteamiento de las historias, cuestionamiento de sus contenidos. Tomando en cuenta que la literatura del occidente se construyó a partir del rompimiento de estilos y tradiciones, eso falta en la literatura de los pueblos originarios, principalmente en Chiapas.