viernes, 7 de noviembre de 2008

Bruno Schulz


Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Philip Roth nos devela un escritor poco conocido en lengua castellana: Bruno Schulz. Para ello recurre al excelente narrador Isaac Bashevis Singer, quien ganara el premio Nobel de literatura en 1991, a través del conocimiento directo que Singer tiene sobre Schulz, conocemos a uno de los escritores más importantes del siglo pasado.
Bruno Schulz (Drohobycz, Galitzia, 1892-1942), es uno de los más grandes escritores en lengua polaca junto con S.I. Witkiewicz y Witold Gombrowicz. La muerte de Schulz bien podría ser una pesadilla escrita por Kafka, sí ese judío con el que se identifica tanto la obra de Schulz: Un oficial de las ss, esa corte del terror y la vergüenza, mató al judío de otro agente, en “venganza” el oficial “ofendido” ve pasar por la calle a Schulz, se le acerca y sin más le da un tiro en la nuca. ¿Algo más absurdo?, ¿algo más vulgar?
Schulz se convierte así en un símbolo, el gran escritor anulado por un salvaje, ese salvajismo se transfiguraba en el rostro de occidente, la tierra prometida no era más que un infierno de estiércol. El carácter simbólico pasa a ser un verdadero mito al descubrirse que misteriosamente desapareció el manuscrito El Mesías, que Schulz escribía en esos días y se supone había concluido.
A Schulz se le conoce como “Kafka de la provincia polaca”, su figura, la fascinación de su imagen, más allá de opacarse con el tiempo, poco a poco ha ido tomando nuevos brillos, consolidándose con el estudio detallado de su obra (desgraciadamente la mayoría inédita en castellano), crónicas, reportajes, novelas se han escrito sobre su vida, algunas novelas son: El Mesías de Estocolmo (Cynthya Ozick, Montesinos, 1989), Véase: amor (Tusquets,1993), Un hombre que acaso se llamaba Schulz (Ugo Riccarelli, Maeva, 2000).
La obra de Schulz como la de todos los escritores incluidos en el libro de Philip Roth El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras (Seix Barral, 2003), nos dicen: “parece mentira pero la verdad casi siempre se sabe”, aquí se cumple a cabalidad aquel viejo y hoy tan olvidado precepto de la escritura: “La literatura es la memoria histórica de los pueblos”, los nazis jamás imaginaron, la imaginación no fue su fuerte, que estos hombres perseguidos, brutalizados, maniatados, no sólo sobrevivirían a la carnicería, sino que también escribirían sobre su experiencia en los campos de concentración del fascismo.
A continuación transcribo algunas opiniones de Singer sobre Schulz:

“Pero cuanto más leo a Schulz, quizá no debería decir esto… El hecho es que cuando lo leí llegué a afirmar que era mejor que Kafka”.

“Me atrevo a decir que entre Schulz y Kafka existe lo que Goethe llama una afinidad espiritual electiva”.

“Schulz era una persona terriblemente modesta. El mero hecho de que permaneciera en su pueblo natal, alejado de todos los centros, nos pone ya de manifiesto su extraordinaria modestia”.

“En cierto modo era del mismo estilo que Kafka, porque Kafka también se sentía sin raíces. Era un judío que escribía en alemán y que vivía en Checoslovaquia, donde se hablaba checo”.

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