martes, 3 de marzo de 2009

Entrevista a Juan Carlos Bautista


Entrevista a Juan Carlos Bautista

por: Saúl Ordoñez.

La caricia del desconocido: entrevista a Juan Carlos Bautista.


Algo,

alguien me temblaba cuerpoadentro y me quería nacer

como una palabra presentida.

Juan Carlos Bautista, Cantar del Marrakech.


Con motivo de su visita al Campus este 26 de enero, para presentar su poemario Cantar del Marrakech, conversamos con Juan Carlos Bautista, quien nos habló de su trabajo y de la poesía en general. Juan Carlos Bautista nació en Tonalá, Chiapas, en 1964. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha colaborado en varias publicaciones periódicas, como Viceversa, La Jornada, El Financiero, y Punto de Partida, entre otras. Obtuvo las becas Salvador Novo y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para jóvenes creadores en dos ocasiones, así como el premio Punto de Partida en 1984. En 1992 fue triunfador del Concurso Internacional de Cuento convocado por el Grupo Editorial Siete y La Guadalupana. Ha publicado los poemarios Lenguas en erección (19990), Cantar del Marrakech (1993) y Bestial (2004) y participó en los volúmenes colectivos Fuera del calabozo (1983) y El nuevo arte de amar en México (1991).


Poemas suyos también aparecen en varias antologías. Cantar el Marrakech, es una travesía poética por las entrañas de un antro homónimo, donde se nos presenta a los diversos seres que lo pueblan: las locas, los chichifos, los sardos, Jana de la noche, Hugo, Diabla la Grande, quienes viven de diferentes maneras sus pasiones, sus deseos, sus cuerpos. Sobre el hecho de que la gente no suele leer poesía, sobre todo poesía contemporánea, Juan Carlos Bautista comentó: La poesía y las artes visuales, también quizás la arquitectura, fueron las grandes iniciadoras de la modernidad. Las tres tuvieron programas coherentes y radicales, manifiestos, revueltas grupales y respuestas extraordinarias al cambio del siglo. Pero las artes visuales y la arquitectura ganaron un enorme prestigio, un público vasto, una presencia aplastante en la vida de las colectividades y en los ámbitos de la vida privada. ¿Por qué no la poesía? ¿Por qué ella se fue al margen? Podría conjeturar varias respuestas pero acaso serían demasiado aventuradas y quién sabe si aclararan la situación que plantea la pregunta. La poesía contemporánea –al menos una enorme franja de ella- es indiferente al público porque es aburrida, porque no responde no sólo a las necesidades existenciales de la gente, sino ,sobre todo, porque carece de esos mecanismos, de esos enganches, que la vuelvan socialmente deseable. Un poco de esnobismo es necesario, el esnobismo que -decía Gómez de la Serna- abre las puertas del gusto nuevo. Y lo sostengo, a pesar de que para mí tiene un valor enorme el hábito de molestar y de irritar. Lo que sea. El arte puede proponerse lo que sea, menos aburrir.


¿La poesía mexicana está en crisis? La poesía mexicana siempre ha estado en crisis. Todo arte está permanentemente en crisis. La Lengua prolifera en esa encrucijada. Sor Juana es la crisis de una sociedad misógina y monolítica. Los Contemporáneos son la crisis de un país machista, obtuso y engreído en su nacionalismo. La crisis es un desasosiego, un desajuste y una respuesta radical. Me parece que hay una tendencia entre escritores jóvenes hacia la desaparición del “yo” en el poema y el uso de un estilo hermético en cuanto al significado. ¿Cuál es su opinión al respecto? El yo es un recurso literario, como muchos otros. Es un utensilio. Yo respeto profundamente a poetas que no lo usan nunca y que parecen no aludir directamente a su vida personal, como Coral Bracho, por poner un ejemplo magnífico. Pero uno no escoge su voz y la voz escoge ciegamente sus recursos. La marejada de poetas herméticos es tan aburrida como las hordas de poetas bárbaros y confesionales. La inocencia del poeta es un arte endemoniado, una malicia perfectamente disimulada. Oigamos a Pessoa: “El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que llega a fingir que es dolor/ el dolor que de veras siente”. ¿Qué retos le impone al poeta y a la poesía el momento actual? El reto, la responsabilidad, de tener coraje, de ser valiente. Su trabajo en general, no sólo su poesía, muestra un fuerte compromiso con la comunidad homosexual. ¿El artista debe involucrarse en causas sociales? Si es así, ¿de qué manera debe hacerlo? Dudo mucho que exista una “comunidad” homosexual. Ese microcosmos de personas que aman a otras personas de su mismo sexo es tan variopinto y tan disperso como lo puede ser el resto de la sociedad. Y sin embargo es verdad que siempre me he sentido profundamente identificado con un grupo de personas que le dan una importancia decisiva a la disidencia sexual y moral, al amor como (des) aventura lúcida, sean hombres o mujeres, homosexuales o heterosexuales. Dio la coincidencia de que mi vida sexual coincidió con mi vida política porque mis fervores militantes comenzaron dentro del Movimiento gay, contingencia quizá no tan casual que no dejo de agradecer. Para mí, todo es cuerpo, para bien y para mal. ¿Debe el artista involucrarse en causas sociales? ¿Y por qué no? ¿Son los artistas ángeles? Debe involucrarse en ellas -si quiere, si le viene en gana o si su conciencia se remueve lo necesario- en cuanto ciudadano. No creo que un artista deba comprometer su arte, a menos que en esa forma de compromiso se le vaya la vida entera, como en Roque Dalton digamos. Esta es una discusión del todo superada y no insistiré en ella. Lo que sí me parece abominable es esa figura del artista-Santón, del Artista-Verdad- Absoluta, que no son ciudadanos sino tótems, que no piensan sin pontificar, que sólo profieren verdades inquebrantables como piedras cifradas, y cuya actividad pública sólo es un tributo a su enorme megalomanía. El erotismo, específicamente el erotismo homosexual, es una constante en su obra… Me ruboriza que llames “obra” a un puñado de papeles dispersos. Si dicho erotismo está ahí, no fui yo quien lo decidió. El poema crece sobre el humus del poeta, sobre sus despojos. Siempre me ha sorprendido que a alguien más le gusten mis poemas. Es la caricia del desconocido. Yo he sido toda la vida un pésimo promotor de mí mismo. Mucho tiempo me avergonzó ser escritor. Mi padre era obrero mecánico, un hombre hermoso al que me hubiera gustado parecerme en todo. El trabajo intelectual o literario me parece una aberración, una condena que hay que soportar con estoicismo. Yo no soy escritor, porque no escribo profesionalmente. Si me dicen poeta me ruborizo, me lleno de un sentimiento ambiguo de orgullo y de vergüenza. No vivo ni pretendo vivir de mi trabajo literario. Reconozco que hay ahí un poco de cristiano antiguo. Y también hay otra cosa: todo libertino –y yo lo fui- es un moralista, un ser ofendido. A mí me repugnan las costumbres y los usos de la comunidad literaria. No puedo con ella, qué le vamos a hacer.


Al tratar el tema de la homosexualidad, lo hace de una manera abierta y que nunca deja de lado el humor, algo poco frecuente, que me recuerda al trabajo de Salvador Novo… Me encanta el humor de Salvador Novo...excepto en sus poemas. Novo es un gran poeta en Nuevo Amor, un libro desolado donde pierde del todo el sentido del humor. De sus sátiras admiro el veneno, el ánimo belicoso, el arte perdido del perreo, pero apenas me parecen poesías. En otros momentos, cuando hace poemas “humorísticos”, Salvador Novo es insoportable. En cuanto a mí, varias veces me han hablado de mi sentido del humor. Me sorprende. Todo o casi todo lo escribo absolutamente en serio. Cuando publiqué Cantar del Marrakech algunos señalaron ese humor, ¡pero eran textos desgarradores o al menos bajo esa temperatura pensé hacerlos! El humor, si lo había, era inconciente, quizás una estrategia de salvación.


¿Considera que hay una tradición de la poesía homosexual en nuestro país? Hay una gran poesía homosexual en México que es la poesía de los Contemporáneos, que como toda gran poesía es totalmente secundario llamarla homosexual. Sin embargo, es verdad, oh puros, ahí están: son poemas profundamente homosexuales. Pero yo no me atrevería a invocar una “tradición”. Pocos países poseen una tradición de ese tipo. La cubana, donde casi todos sus grandes poetas han sido homosexuales, me parece envidiable. En México, la grandeza empieza con los Contemporáneos y ahí se acaba. ¿Qué otros poetas homosexuales importantes hemos tenido después? Hubo un momento verdaderamente triste, luego de los años de la liberación, con “poetas” como Luis González de Alba. Sin embargo, ahora creo que comienzan a suceder cosas interesantes con gente como Baudelio Lara, o Luis Felipe Fabre, que es un gran poeta.


¿Qué escritores lo emocionan? ¿Cuáles lo han influido? Yo he sido una puta literaria: me he dejado coger por un montón. No temo a las influencias, incluso venéreas, con tal de que no sean mortales. He tenido muchos escritores amados y los he ido cambiando con el tiempo. Amo al de la hora, al que estoy leyendo o releyendo: ahora, por ejemplo, a Bernal Díaz del Castillo. Pero como sucede con los amantes carnales, entre la marejada, quedan sólo algunos: Faulkner, Genet, Reynaldo Arenas, Virgilio Piñera, Wilde, Bernhard, Capote, Cavafis, López Velarde, Vicente Huidobro, etcétera, etcétera.


¿Dónde suele escribir? ¿Cuáles son sus rituales en ese momento? Sufro mucho al escribir y lo eludo tanto como puedo. La pereza y la indisciplina me ayudan bastante. Y si no, ahí está la tele, ahí está el cine, ahí está la hora de caminar. Siempre surge algo imperioso cuando me propongo escribir. Hasta lavar los trastes ¿Discute o intercambia ideas con otros poetas? No, a menos que estén muertos. No, ni Dios lo mande: yo sé elegir a mis amistades. La pregunta obligada: ¿Existe el Marrakech? Existió. Era un antro fabuloso detrás del Palacio de Bellas Artes.

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