sábado, 28 de diciembre de 2013



Adiós al Petróleo
por: Alejandro Aldana Sellschopp.

La reforma energética de Enrique Peña Nieto se convierte en un excelente ejemplo de la crisis en la que se encuentra el estado de cosas en nuestra república moribunda, la evidente crisis del sistema político mexicano, la vulgar manipulación de la información de los medios masivos de comunicación, el oportunismo de una izquierda que vive hoy una de sus peores etapas de su historia, la derecha imponiéndose sobre los postulados más elementales de la democracia, y una población que en el mejor de los casos, se encuentra ajena al acontecer nacional.
A los ciudadanos medianamente informados les queda el premio de consolación, generosamente cedido por Peña, de burlarse de las pifias de pronunciación del ejecutivo, sus recurrentes confusiones geográficas y su extraordinaria ignorancia en temas por demás conocidos. Más allá de ese espectáculo mediático, Peña Nieto operó una estrategia cuasi perfecta para lograr sus objetivos en un tiempo record.
El 12 de diciembre, fecha consentida para asestar duros golpes contra la nación, recordemos que el FOBAPROA también se llevó a cabo el día de La Virgen de Guadalupe, la estrategia del PRI logró coronar, y permítanme el adjetivo que usan los narcos en Colombia al momento de cerrar una operación. La reforma pone fin a 75 años de nacionalización de hidrocarburos, se abrieron todos los candados para que se puedan realizar cualquier tipo de contrato con particulares, permitiéndose con ello la posibilidad de que el petróleo quede bajo el control de empresas extranjeras. La exploración, explotación y comercialización de hidrocarburos pasará a manos de empresas nacionales o extranjeras, perdiéndose así nuestra soberanía energética.
Es indudable que la reforma sólo fue posible gracias a la complicidad de los principales partidos políticos del país. Peña convenció al PAN y al PRD para que se sumaran al pacto por México, a partir de ahí, el aparato del gobierno modificó el artículo sexto de la Constitución , posteriormente reglamentó el 35 para evitar que una consulta popular fuese un impedimento para la realización de la reforma, y coronaron modificando los artículos: 25, 26 y 27, abriendo a intereses particulares el control del sector energético.
En el artículo cuarto transitorio se encuentra lo perverso de la reforma. El artículo menciona que existirán varias clases de contrato. Unos son los de Servicio, otros son los de Utilidad compartida, en los cuales se deberá retribuir un porcentaje de la ganancia que se obtendrán en la comercialización del petróleo o gas. También están los de Producción, mediante el cual se le pagará a la empresa privada con un porcentaje del hidrocarburo antes de procesarse. Y finalmente tenemos los contratos de Licencia, es decir que se concesiona la explotación y por lo tanto el control. Lo interesante del asunto es que la renta del petróleo, que algunos estiman en 85 mil millones de dólares, disminuirá y será compartida. PEMEX pasa a convertirse en una empresa contratista de la Secretaría de Energía.
El PRD se convirtió en una fuerza política que contribuyó a generar un clima propicio para la realización de las reformas de Peña, su participación en el Pacto por México se convirtió en un requisito indispensable para que el gobierno de Peña coronara su excelente plan, sin la participación del PRD no hubiese sido posible la estrategia de reformas operadas por el PRI. El PRD podrá decir que no apoyó la reforma energética, pero no podrá negar su directa participación para propiciar que la reforma se realizara. El gobierno jugó piezas básicas con el PAN y el PRD, sabía de antemano que necesitaba de cada partido y simplemente se dedicó a operar en ese sentido. Es absurdo pensar que tanto el PAN como el PRD no sabían lo que Peña necesitaba de ellos.    

No hay comentarios.: