miércoles, 15 de octubre de 2008

Primo Levi-Philip Roth


Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

Philip Roth nos presenta en su El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras (Seix Barral 2003), a un grupo de escritores ejemplares, entre otras cosas por su calidad literaria, pero sobre todas las cosas su condición de sobrevivientes, perseguidos políticos, exilados, humillados, combatientes de sus lenguas maternas (algunos de ellos), además con un ingrediente muy importante: escribir una obra cuyo contenido está estrechamente relacionada con la experiencia de vida del autor, acontecimientos que forman parte de una de las etapas más terribles de la historia de la humanidad: Auschwitz o los campos de concentración y persecuciones sangrientas de regimenes comunistas, el drama: del pueblo judío. Considero que el verdadero parangón de sus respectivas obras es el tratamiento que los escritores le dan a su materia narrativa, no encontraremos una posición víctimista, o querer presentar a los judíos como héroes, la visión acrítica no tiene lugar en sus narraciones, por supuesto que el propio Philip Roth es parte de este grupo de escritores.
Roth comienza su libro con un escritor de excelente manufactura estilística: Primo Levi, que según nos cuenta Julio Patán cuando Levi contaba 24 años se unió a la resistencia antifascista; sin embargo, casi inmediatamente fue detenido por la milicia mussoliniana, quienes después lo entregaron a los alemanes, estos lo llevaron a Auschwitz, donde permaneció hasta 1945.
Los nazis no sabían, no podían saberlo cegados en sus tareas de la muerte, que en Primo Levi tenían a un hombre que con el tiempo se convertiría en una importante parte de la memoria de las masacres causadas por los fascistas. Una vez liberado Levi se concentra en la escritura de esa memoria, su obra se convierte así en uno de los testimonios más importantes de una de las etapas más vergonzosas y vulgares de la historia del hombre. Primo Levi escribe: Si esto es un hombre, La tregua, y Los hundidos y los salvados. Novelas imprescindibles para tratar de entender o por lo menos ver cómo la humanidad comenzó a dejar de ser humana, de cómo el admirado occidente nos mostraba su rostro más feroz.
A continuación dejo algunas reflexiones de Primo Levi compartidas a Philip Roth:

“En Auschwitz tuve ocasión de observar con alguna frecuencia un curioso fenómeno. La necesidad del lavoro ben fatto –el trabajo bien hecho- es tan fuerte, que empuja a la gente a cumplir su cometido en situaciones de esclavitud. El albañil italiano que me salvó la vida dándome de comer durante seis meses, de tapadillo, odiaba a los alemanes, su comida, su lengua, su guerra; pero cuando lo pusieron a levantar paredes, las levantó rectas y sólidas, no por pura obediencia, sino por dignidad profesional”.

“Recuerdo haber vivido mi año de Auschwitz en una condición de plenitud vital. No sé si era por mis antecedentes profesionales, o por una capacidad de resistencia hasta entonces insospechada en mí, o por algún saludable instinto. Nunca dejé de tomar nota del mundo y de la gente que me rodeaba hasta tal punto, que todavía conservo una imagen increíblemente detallada de todo ello. Tenía un intenso deseo de comprender”.

“Pero no me niegues el derecho a la incoherencia, por favor; en el campo de concentración, nuestro estado de ánimo era inestable, iba cambiando a cada hora, oscilando entre la esperanza y la desesperación. La coherencia que, creo, se percibe en mis libros es un artefacto, una racionalización a posteori”.

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