sábado, 15 de septiembre de 2007

Los detectives salvajes: novela total de la ironía


Abriendo Caminos

Por: Alejandro Aldana Sellschopp.
Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño es una novela de la búsqueda, implica un viaje que en ocasiones parece extraviarse, perderse en la maraña de pequeñas anécdotas, algunas incluso insustanciales; sin embargo el complejo laberinto, que es su propia estructura, es tan sólido que siempre regresamos al centro, integrado por la dualidad de los personajes Ulises Lima y Arturo Belano, ambos de alguna manera alter egos de Roberto Bolaño.
La búsqueda de los Detectives se bifurca, pero en el fondo sigue siendo de la misma naturaleza, por un lado encontramos la absurda obsesión por la poeta ¿o petisa?, Cesárea Tinajero y su obra, centrándose las opiniones en el encuentro que tienen los “muchachos” con Amadeo Salvatierra en la calle República de Venezuela, cerca del palacio de la Inquisición, México DF, enero de 1976, donde en una borrachera con mezcal Los Suicidas, Amadeo muestra a los Detectives un poema (?) de Cesárea.
En realidad Bolaño nos conduce por pasillos insondables de la historia de la literatura mexicana, y de la poesía misma como una forma de exploración del mundo a través de la estética. La otra búsqueda es la que un coro de voces, presumiblemente entrevistadas por “alguien”, hace del personaje-binomio Ulises-Arturo. El montaje de las voces permite referenciar a los personajes desde varios puntos de vista, se construyen y niegan en el discurso de cada narrador, la única voz que se convierte en sostén estructural desde el drama mismo es la de Amadeo, ese encuentro en 1976, es el punto hacia donde se dirigen todos los hilos narrativos planteados en la novela, y es que la búsqueda tiene su naturaleza y origen en esta reunión, cuando se habla de Ulises y Arturo, la literatura es el motivo real de la búsqueda.
Considero que la primera parte Mexicanos Perdidos en México es la menos lograda, si bien el narrador intradiegético, personificado por un adolescente Juan García Madero, que nos cuenta su aburridísima vida de “chamaco” en el DF, sus aventurillas semi eróticas, que en ocasiones nos hace pensar en el anodino José Agustín, su lenguaje es limitado, inocente, pueril, torpe, además lo narra en forma de diario, cosa que lo hace aún más insoportable, es entendible la intención del autor, sin embargo creo que le dedica demasiado espacio narrativo 137 paginas aprox.
La segunda parte Los Detectives Salvajes, la voz es extradiegética y compila testimonios de 38 personas, en quince ciudades y ocho países. Hay que mencionar que el magistral uso del lenguaje permite a Bolaño crear personajes completamente verosímiles desde la composición del discurso de cada uno de los testigos-personajes, la naturalidad con la que nos cuentan los episodios es admirable, logra estar a la altura de la mejor narrativa escrita en México con dichas características, como en Palinuro de México de Fernando Del Paso. Bolaño se muestra como un profundo conocedor de la literatura escrita en México, no sólo recrea una época, sino también enriquece su idea estética con innumerables claves que nos conducen a la historia de la literatura mexicana, por que Los Detectives Salvajes es una novela mexicana, hermosamente mexicana.
Una duda permanente es ¿quién es esa persona que recopila los testimonios? ¿un periodista?, ¿un detective? La novela se presenta en tres partes, pero en realidad son dos, ya que la primera está dividida en dos, la primera al principio y la segunda al final. Sin duda es la segunda parte la mejor lograda, extraordinaria por el montaje de los testimonios, cada voz posee tal carácter que inmediatamente se apodera de la novela, toma el primerísimo plano, los países van y viene, los acontecimientos históricos se concatenan de manera natural al discurso narrativo, sin que llegue a convertirse en una carga para el lector, Bolaño utiliza la prolepsis y analepsis para buscar a Belano-Lima, con ello logra generar narraciones autónomas, está novela es un híbrido, hija de la mejor tradición narrativa de la novela norte americana, Dos Pasos atisba en cada una de las páginas.
Los Detectives Salvajes es la historia de una tragedia, la penosa historia de la literatura latinoamericana, el real viceralismo es sólo una forma absurda de indagar en las vanguardias poéticas en México, es ahí donde el personaje Juan García Madero es funcional en la trama, ya que es él quien nos cuenta la vida literaria de la época, y al final de la novela nos relata cómo Belano y Lima encuentran a Cesárea, sí, la búsqueda termina con un hallazgo, quizá no con el deseado, pero hallazgo al fin; pero la encuentran para verla morir, así queda de manifiesto que el trabajo literario queda en manos de los jóvenes.
Los personajes de Los Detectives son jóvenes que tratan, pelean, ansían una razón justa para vivir, algunos se hacen troskistas sin entender bien a bien de qué va la cosa, simpatizan con ciertos movimientos de izquierda pero los ven a la distancia, y cuando se involucran no saben realmente para qué. Son hijos de las utopías traicionadas, quizá por ello buscan en la poesía su forma de salvarse; pero cuando encuentran a Cesárea, esa tierra prometida del arte, el hallazgo los aniquila, destruyendo por principio a la propia Cesárea, así mismo cuando Amadeo en aquella calle de la Inquisición ( una ironía más en esta novela de la ironía), muestra el tan buscado poema-guía-mantra, se encuentran con una serie de líneas que no saben si consignarlas como geniales o estúpidas (cosa común en el arte).

1 comentario:

Víktor Molina dijo...

Kiuvole!!
Akí mandandote saludos karnalito!!!

Psss, hay un numero especial de la audiorevista nomedites, editada en Cuernavaca,Morelos; ke es como una mini-antología de el movimiento infrarrealista!!! vienen muchos documentos, facsimilares, y poemarios de la banda Infra, de quienes salé el movimiento realvisceralista de la novela de Bolaño.
Chidito.