sábado, 22 de septiembre de 2007

Poema para Andrés Aubry

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, a 21 de septiembre de 2007.

Para mi amigo Andrés Aubry.

Midamos los años de un hombre

por sus recorridos buscando su propia luz:

entre su conversión a materia iluminada

y el trabajo diario

media el aliento para saberse verbo puro.

¡Qué hermoso saberse un joven viejo!,

desdoblar a todos nuestros hombres

para multiplicar el abecedario que nos forma:

entre cada hombre así multiplicado

media el aliento de la historia

haciéndonos letra, símbolo vibrante, y solo.

Midamos el quehacer de un hombre

hilvanando la rotura de sus estrellas,

observando nuestro crepúsculo

en sus manos remendadas de

continentes distintos, aunque únicos:

lo hicimos con nuestra voz

y él regresa con sus idiomas a fabricar sombras.

Qué hermoso saberse un viejo joven

siempre con la energía dispuesta

para ser en la música de la tierra

el ser telúrico de partituras y campanas

jalando, empujando, exprimiendo la idea

al vuelo de las palomas,

en el leve gorjeo de los ríos

o ante la vergüenza por los actos de los hombres.

Midamos la presencia de este hombre,

por cada viaje recorriendo la historia,

el suceso dador de vida,

la acción que completa sus destellos

cuando la luna alta y voluminosa

le ilumina el futuro, sólo el futuro,

porque un joven viejo sólo es un sabio

llegando al futuro para descifrar la geografía,

el canto de la tierra, el canto de la selva

que es el canto de los hombres

haciéndose verbo sonoro y presente

llegando al futuro siendo ellos mismos.

Atte.,

José Antonio Reyes Matamoros.

Jovel a 21 de septiembre de 2007.

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