sábado, 9 de agosto de 2008

Borges en su reflejo TRES



Por: Alejandro Aldana Sellschopp.

En sus ensayos Borges se ha referido a grandes maestros de la literatura universal, todos en su mayoría: ingleses, rusos, alemanes, griegos, romanos, norteamericanos; pero muy pocos latinoamericanos, su desprecio hacia ellos se hace evidente en las numerosas entrevistas y conferencias que concedió en su vida. Por supuesto los leía, sabía de ellos. Como sabemos Borges tenía varios rostros, era contradictorio, en las entrevistas esgrime un argumento, lo desarrolla, lo defiende; sin embargo en otra entrevista, al ser cuestionado al respecto opina todo lo contrario, y sin concederle mucha importancia se ríe de sus pasados puntos de vista.
Uno de los poetas referidos por Borges es Rubén Darío, incluso es mencionado en alguno de sus ensayos, siente cierta admiración hacia el escritor nicaragüense, al grado de llegar a decir que en su libro Fervor de Buenos Aires, hay versos que más que suyos son de Lugones y Darío, en realidad no sé si es un reconocimiento o un reclamo, ya que dicho trabajo no es de los mejores de Borges.
En determinada época Borges tenía la siguiente gerarquización: “Lugones era mejor que Darío, que Darío era mejor que Quevedo y que Quevedo era mejor que Góngora”. ¿Sorprendente?, por lo menos para mí sí, nunca había pensado que Darío fuese mejor que Quevedo, y claro que no comparto tal opinión; pero no deja de mostrarnos a un Borges que disfrutaba en ser polémico, incendiario.
Borges consideraba a la literatura latinoamericana como una asignatura sin mucha importancia; consideraba a Cortázar y Alfonso Reyes como grandes escritores, en una entrevista, ya que después se referirá a Cortázar con diferentes opiniones, y en el Borges de Bioy hablará no muy bien de su maestro Alfonso Reyes.
Huidobro es el escritor que despreciará siempre, en una y otra entrevista, quizá junto a Onetti son los apestados preferidos en su parnaso. “Vicente Huidobro, me parece francamente malo, incapaz de ser tomado en serio o de ser comparado con Bertrand Russell, por ejemplo” Sentenció frente a pregunta expresa.
Un caso aparte es el de Ernesto Sábato, la relación entre estos dos escritores fue de amor-odio durante toda su vida, en el futuro espero escribir algo al respecto con mayor calma e información. A Sábato incluso lo incluye como fuente en uno de sus cuentos, Sábato lo hace aparecer en Sobre héroes y tumbas, criticándolo por su desprecio hacia los pobres, cosa que de alguna manera después corregirá en Uno y el universo. Borges hablaba así de Sábato: “A Sábato le he leído algo: creo que es un buen escritor, quizá un poco grandilocuente, con un estilo que da la impresión de un descuido voluntario, pero es muy inteligente y muy amargado”.
El Martín Fierro nunca fue de su agrado, la cantidad de citas y comentarios adversos es importante, José Hernández le parecía un mal poeta, entendía que era un libro pernicioso para la nación, considerando precisamente que dicho libro es la obra representativa de Argentina, para Borges por el contrario negaba la literatura de su país. No aceptaba por ninguna razón que el héroe nacional fuese un tipo como Martín Fierro, un desertor, prófugo, asesino y forajido, y además sentimental.
Al contrario pugnaba por El Facundo de Sarmiento, “si este fuese nuestro libro clásico, -opinaba-, las cosas hubieran cambiado, otra sería la calidad de nuestra historia, porque no hay duda de que Sarmiento es el hombre más importante que ha producido Argentina”.
Nada de que espantarnos, viniendo de un hombre cuyo paraíso era una biblioteca, y que vivió de y para los libros, es natural que pensara que una nación puede sustentar su futuro y constitución nacional en un poema, inocencia propia de literatos dirían los historiadores.

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