lunes, 4 de agosto de 2008

Entre lo timorato y lo arrogante: poesía de hacedores

por: Fernando Trejo


Cuando Raúl Vázquez me pidió presentar el libro Entre lo timorato y lo arrogante, en el cual confluyen tres voces poéticas de una generación, no pensé en aceptar tal propuesta; pero al momento de ponerme a trabajar empecé a dudar de lo que debiera decir, ya no tuve más remedio que hacer esta pequeña nota.Entre lo timorato y lo arrogante, libro en el que se encuentran incluidos los “hacedores”, Mario Alberto Bautista, Raúl Vázquez Espinosa y Marco Antonio Castañeda, editado en la ciudad de San Cristóbal de las Casas bajo el sello editorial Ediciones el animal, que coordina Alejandro Aldana Sellschopp (ya destacado en las letras nacionales y pronunciado en blogs y por personalidades de la literatura) que consta de 57 páginas con un tiraje de 500 ejemplares, es un libro fresco y como su nombre lo indica: un tanto arrogante y muy de vez en cuando tímido.Mario Alberto Bautista, quien abre el libro con "Mantarraya", en breves páginas da muestra de una construcción paulatina y silenciosa del poema, como si desgajara lentamente los pétalos de una rosa para al final decir: no me quiso. La poesía de Mario es de gran sutileza, limpia, cuando dice: "(Estoy desnudo. Sigo/ desnudo: manto mi sombra de la sombra. No/ veo dónde, cuándo. Ah, cómo/ pasan los días que nadie/ nombra)".Sin duda una de los versos más logrados del libro ocurre en el poema Hay que hablar del envés. Mario nos narra poéticamente el trayecto de la mantarraya bajo las profundidades del mar, como ocurre al observar detenidamente los oleajes del pez en el estanque, la estela que deja, la sombra que produce la tarde en el agua sin que le llegue completamente esa sombra al nadar: “y así, la mantarraya —o su sombra—/ desaparece / en la luz y sombra —sí, sombra también—/ del mediodía;/ luego vendrán las conjeturas, el punzante aguijonear de las preguntas".Hay en Mario la voz que todo escritor busca y pocos encuentran. A su corta edad se refleja en sus poemas un trabajo constante aunque a veces él, en sus propias palabras diga que estos poemas ya no se le parecen a lo que escribe actualmente. Sin duda Bautista está en busca de la “perfección”, de la irónica perfección de un buen poema.La segunda parte del libro corresponde a Raúl Vázquez Espinosa. Han dicho que la poesía de Raúl es barroca, cosa a la que me opongo. También han comentado que su poesía es meramente conceptual, adjetivo al que también doy la espalda. Creo que en la poesía de Raúl existe también esa búsqueda de enumerar ciertos arquetipos que él mismo crea, un lenguaje subversivo en el que a viva luz es partidario de una poética propia, de la enajenación transitoria; se puede encontrar en ella el verso libre del cual hace uso y desuso con su conocimiento para saber decir lo que a él como escritor lo identifique.Raúl aclara que "En los claustros del alma la herida" nació a partir de su estancia en Benemérito de las Américas, Chiapas, donde tuvo contacto “con la realidad violenta que se vive en ese lugar” y aclara que “el texto no tiene vocación de denuncia” sino que sólo pretende plantear la impresión que le causó el haber estado en ese lugar. Y qué mejor al enunciar el primer verso de su libro: “Se vidrió la esquirla mortecina/ en su trayecto de estructura troquelada”. Aquí damos cuenta de la inquietud de Vázquez, con las metáforas que desenvuelven su sola decisión de dar a conocer la furia de una manera melancólica.El segundo verso del texto nos dice: “Un cilanco ferino (próximo a la desesperación) se ha vuelto crimen". Sin duda la soledad ahonda en la experiencia al pisar esas tierras. Considero que es uno de los mejores poemas del libro y de los que conozco de su obra. Hay en él una conglomeración de versos reunidos para dar fe de esa extraña sensación a lo desconocido, a lo no vivido y él logra su cometido atrapando al lector, conservando siempre su ferocidad dramática, su, sin duda, triste repertorio de lo que observó aquella vez en aquel pueblo.“Qué hay en las paredes/ que mi voz no propicia direcciones”, afirma. Y cierra todo un poema en esa soledad que lo acompaña lleno de coraje y de ira: “ni un oculto decir de galpón,/ ni un destello, en soledad/ ni un destello en el dolobre inherente,/ no hay hondura/ /razones que funcionen/ bebiéndose el no dado prurito del silencio.”En la tercera parte del libro nos topamos con "La cara secreta de las cosas" de Marco Antonio Casteñeda. En la primera parte nos encontramos con el poema "Trazos en el eco", poema dedicado a su padre en el que nos cuenta casi anecdóticamente una estampa vista detrás de su ventana, como un recuerdo añejo. Diversos elementos recrean su mirada: el triciclo en la acera, el reflejo de la avenida, un bólido fragmentado. Al leerlo uno podría imaginarse una fotografía colgada en la pared de la casa que, de repente, cobra vida y nos deja oler el escenario, sentir los crujidos de la postal, escuchar las cadenas de la bicicleta, los metales, la voz de Castañeda hablando desde lejos.Rescato estas imágenes: “todo caía por las orejas en despeño/ la calle escapaba/ de su espacio/ todo se juntó en los objetos/ su rumor untado/ en las paredes y en el tejado.” Sin duda alguna Marco su poética aborda las propias experiencias, sus posibles evocaciones. Leer su trabajo, sin duda, nos recuerda la “sobriedad” y la sencillez inherente en la poesía de Joaquín Vásquez Aguilar cuando dice: “por qué no otra vez el olor de los días lluviosos/ el sabor de las mañanas nubladas/ las vacas familiares/ la robusta leche fresca”. (Erguido a penas, “Por qué no otra vez”)."Glosa sobre el andante", segunda parte del poemario de Castañeda, nos indica la labor del transeúnte al andar “acostumbrado a vivir/ de lo que yace en las avenidas”. Nos habla el peatón, el caminante, el andante; los lugares a los que, desapercibido anda, ultraja, no se da cuenta. En versos pequeños nos muestra cada gesto, cada sitio en el que descansa, al que acude.En el poema “Estancia del murmullo” de igual forma alude a la ciudad, a la urbanidad. Asimismo elabora frases límpidas como: “cada expresión de las ciudades/ en un semáforo/ en un mercado/ un ambulante/ una protesta social/ marcan la expresión total de las cosas/ para nombrar las habitaciones/ del que anda/ escuchando la resonancia/ de lo designado”, de igual forma nos entrega metáforas bien logradas como: “…cuidadosamente hurta la soga/ deposita al limbo su sueño”. En sí, el poemario breve pero conciso nos da de qué hablar, en dónde escabullirse ante la adversa sombra de la poesía.Es, pues, Entre lo timorato y lo arrogante un libro bastante sabroso. Diferentes poéticas, diferentes estéticas, pero todas unidas a un solo nicho y a una sola generación de artistas. Chiapas es un referente nacional en la poesía mexicana, y hoy podemos taparle la boca a todos aquellos ilusos y “anónimos” que avientan la pedrada sin siquiera conocer la nueva propuesta poética y literaria que se está creando, que hierve, que emana de esta nuestra sede chiapaneca, para y por siempre, pésele a quien le pese.
[Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 24 de julio de 2008.]

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