jueves, 31 de julio de 2008

Fallece Víctor Hugo Rascón Banda



por:Yanet Aguilar Sosa.


fuente: El Universal.


El Universal Ciudad de México Jueves 31 de julio de 2008 06:28
El dramaturgo, escritor, maestro y abogado fallecido hoy a las 5:30 de la mañana a causa de una leucemia que padecía desde hace 15 años. El hecho se dio apenas cinco minutos después de que ingresara al Hospital Inglés.

Los restos del escritor, quien en 2001 se convirtió en el primer literato mexicano elegido como vicepresidente de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, debido a su cargo como presidente de la Sociedad General de Escritores de México, arribarán alrededor del medio día a la agencia Gayosso de Félix Cuevas, según informó el actor y amigo Víctor Carpinteiro, quien dijo que la familia aún no ha sido informada de un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes.

Apenas el 26 de junio, en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural de Bosque, Víctor Hugo Rascón Banda había ingresado a la Academia Mexicana de la Lengua, como miembro de número, ocupando la silla XX, y había hecho un alegato contra la censura y a favor de los derechos de autor.

Expresaba en su discurso de ingreso, que fue respondido por el Escritor Carlos Montemayor, un hondo agradecimiento al teatro donde transcurrió toda su carrera dramática, iniciada en 1959 al escribir "Voces en el Umbral", su primera obra de teatro.
El mensaje que reunió a centenares de amigos, fue un reconocimiento al arte teatral mexicano, a los dramaturgos, a los directores, actores y escenógrafos, que como él han amado ese arte.
Víctor Hugo Rascón Banda, ensalzó la obra y la enseñanza de Vicente Leñero, su gran maestro; agradeció a los directores que llevaron a escena sus obras, a los actores que las interpretaron y al público que se mantuvo fiel.

Su amor por el teatro, donde dejó infinidad de piezas como "La mujer que calló del cielo", "La Malinche" y "Contrabando", siempre dijo que seguía siendo ese hombre joven que llegó a la Ciudad de México desde las Barrancas del Cobre en la Sierra Tarahumara, aquel que traía un equipaje de sueños y de historias; ese hombre que hace más de 12 años se supo condenado a muerte víctima de leucemia linfocítica crónica y que le hizo preguntarse "¿por qué a mí?", por eso el título de su libro publicado por Editorial Grijalbo en 2006, que es una crónica escrita desde el hospital de cómo estuvo a punto de morir, del dolor de su familia y sobre todo cómo se reveló y defendió "como gato boca arriba para negarse a morir".

Rascón Banda era el director de la Sociedad General de Escritores de México, y fue ampliamente reconocido por la comunidad teatral del país y por su aportación a la cultura nacional.
Sus obras teatrales gozan de aceptación, por lo que han sido ampliamente escenificadas y editadas.

Durante sus últimos días fungió también como asesor del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, tesorero de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, presidente de la Federación de Sociedades Autorales y vicepresidente de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores.

Apenas hace un mes, el 27 de junio, Víctor Hugo Rascón Banda ingresó como Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua.
grg.

1 comentario:

Raúl Vázquez dijo...

Hola Aldana, soy Raúl,también Alejandro Aura


Texto del blog de Alejandro Aura:

Hoy a las cuatro y media de la tarde, de Madrid, Alejandro se fue y en este blog que le hizo seguir adelante cada día nos dejó sus palabras para siempre.

Vuelvo a publicar su poema de DESPEDIDA

DESPEDIDA

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.

Alejandro Aura