Esperábamos ver un cartel de lujo. En el programa se anunciaba a Mario Bellatin, Emilio Manzano, para conversar con Enrique Vila-Matas, el escritor barcelonés más internacional. La mala noticia llegó al comenzar la tarde, Mario Bellatin no había podido llegar al evento, “le picó un mosquito” dijo Álvaro Enrigue, quien como buen bombero se subió al estrado para suplir a Bellatín. Por primera vez se realizaba una actividad sin mediar ninguna pantalla en blanco y negro, ahí sentado estaba Vila-Matas, muy serio, vestido con un saco negro, esperando que las preguntas comenzaran a cercarlo.
Álvaro Enrigue hizo una breve introducción sobre el autor catalán, sin embargo, más temprano que tarde, se perdió en alusiones a anécdotas personales, la visión de la narrativa en México, en fin mostrándonos su habilidad para fábular. Desparpajado, divertido, caótico, la charla era una anti-charla, una anti-entrevista, una conversación instalada en el no-género.
Vila-Matas tomó la palabra, su rostro mostraba una serenidad extraña, seriedad llena de ironía, sus palabras se acompañaban de guiños hacia el público, que reía mientras seguía la anti-conferencia. Una de las características de Vila-Matas fue la honestidad, una sinceridad llena de inteligencia, humildad poco frecuente en escritores de la talla de Matas, ganador del premio Rómulo Gallegos en 1999, y el Herralde en 2001, y el Médicis en París a la mejor novela extranjera publicada en Francia.
Vila-Matas afirmó que en México hay una mayor imaginación creativa, “por ello, no pierden el tiempo discutiendo géneros”. Contó que siempre que volvía de México, los periodistas españoles le preguntaban incisivamente “qué les dio a los mexicanos que lo quieren tanto”, y es que según él, fue precisamente México el país donde los lectores entendieron mejor su narrativa, después, mucho después los españoles comenzaron a leerlo con interés. “Recuerdo que en cierta ocasión”, platicaba, “escuché leer a Juan José Arreola uno de sus textos y me encantó”, reconociendo que Arreola es uno de los escritores que iniciaron el no-género.
Álvaro Enrigue reflexionó sobre la manera de ver la narrativa por algunos escritores, hoy en día según él, tanto la novela como el cuento no tienen razón de llamarse así, los escritores son los menos interesados en escribir “algo” que pueda entrar perfectamente en un género, “esa es una preocupación de la academia”. Y es que hay que decirlo, el festival fue sumamente anti-académico, afortunadamente. La sobre conceptualización, la sobre argumentación, no tuvo cabida. Escuchamos a escritores hablar, discutir, sobre literatura. Enrigue comentó que le aterra la idea tan difundida que considera el cuento como la maquinaria de un reloj, “el cuento no es algo terminado, redondo, perfecto”, llamó a estos “los textos acabaditos”.
Unos días antes de emprender el viaje a Barcelona, visité a mi amigo Pedro Faro, quien abrió una botella de vino, y me presumió sus nuevos hallazgos, me mostró libros de Julián Herbert, y César Aira. “Si ves a Herbert dile que me gustan algunos de sus poemas”, me dio la encomienda. Ahí en Caixaforum Vila-Matas hablaba de la poesía de César Aira, y todos compartían su admiración por el poeta.
Escuchando a Vila-Matas quedaba muy en claro lo importante que es para los escritores españoles y catalanes la literatura escrita por mexicanos, el conocimiento sobre obras y autores recientes es de sorprenderse. El crack es una referencia, y no se convencen del todo de lo que han producido; sin embargo Juan Villoro y Sergio Pitol no sólo son conocidos, si no literalmente idolatrados.
Ante la preguna “¿Cómo conocer a nuevos escritores?”, Vila-Matas respondió, que había que escuchar a los amigos, los escritores casi siempre hablan mal de los otros escritores, así que cuando uno de ellos habla bien de algún colega es porque algo de bueno debe tener.
-Ese día la prensa española decía: El ex presidente del PNV Xavier Arzalluz, quiso echar ayer más leña al fuego al afirmar que la Monarquía entró en la Constitución “por la puerta de atrás”, y que en España debería haber habido un referéndum para ratificar al Rey. Arzalluz añadió que Don Juan Carlos vino de “la mano de Franco” y contra el Rey “hay mucha gente de extrema derecha, del PSOE y del PNV”.
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